domingo, 22 de enero de 2023

«Nunca una generación que se dijo tan comprometida en lo moral molestó menos a los verdaderos poderes» Edu Galán

Hablas de una suerte de vigilancia moral. ¿A qué crees que se debe esta, que se da de unos a otros?
Primero, al hecho de que tenemos unos aparatos tecnológicos acojonantes (sic) y muy baratos. Esto es muy importante: esa facilidad permite esa vigilancia. En lo personal, esa vigilancia resulta muy reforzadora. La gente se siente como el jurado o el juez de los procesos de las brujas de Salem. Se sienten moralmente elevados, con la sensación de que arreglan el mundo o le devuelven el orden. Sensaciones que son muy placenteras pero, claro, desde fuera se ve todo lo contrario. Es arrasar los derechos de otras personas y es hipócrita, irracional y supersticioso; tiene todo aquello que desprecio.

¿Tiene fecha de caducidad esta impostura moral?
Me gustaría que fuese una moda, pero no lo sé. Lo que sí sé es que desde hace años la cosa ha ido a peor. Yo lo viví con Mongolia. Cuando empezábamos, la gente señalaba menos y era menos agresiva que ahora con respecto a la sátira y el humor. Diez años después, cuando dejo Mongolia en el 2021, yo ya veía que los que eran de una misma cuerda ya no entendían la sátira de izquierdas salvaje; no entendían la grosería, no entendían absolutamente nada. Espero que sea una moda y que entendamos lo importante que es la libertad de expresión, pero mi sensación es que va a peor y que la gente no tiene ningún problema en aumentar el control sobre los demás y en que haya consecuencias frente a las cosas que dice la gente. Yo tiemblo de miedo.

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