viernes, 8 de noviembre de 2024

Interpretaciones profanas sobre lo esotérico

Escrito hace diez años


En una lectura del Bhagavad Gita percibo el verdadero sentido perdido, originario de "religión": "re-ligar" con el todo, lo que implica el control y eliminación del yo material, para sumirlo en la nada que sería la totalidad del universo, aquello innombrable que lo abarca todo. El relato cristiano de las almas que necesitan ser redimidas o castigadas no menciona esa nada.

En el texto védico, la nada es la develación del velo de Maya, una suerte de iluminación mediante la acción del deber. Busca una solución al yo, ese animal indomable capaz de condenarnos a la hoguera o de elevarnos al estrellato (y eso es lo que repite la parafernalia social).

En palabras profanas, el Bhagavad Gita dice: "Si haces lo debido te espera la "re-ligión". En la medida que se obra, se pierde el yo, domina la nada, se consagra al todo. Para nosotros, los modernos, el cielo y el infierno serían solo dimensiones del deseo.

El yo continúa presente en esa apuesta milenaria. Algo elemental, pero, a la vez, inabarcable: "Tuyo y mío, grande y pequeño/borra esas ideas de tu mente./Entonces todo te pertenecerá y/serás dueño de todo./Este cuerpo no te pertenece,/tampoco eres de ese cuerpo./El cuerpo está hecho de fuego, agua, aire, tierra y/éter, y retornará en estos elementos./Pero el alma es permanente – así que/¿Quien eres tú?"

jueves, 7 de noviembre de 2024

Catástrofe de la ilusión (poema)

A la sombra de esta jornada, la muerte será

lo único que no podremos escribir

Aunque la palabra futuro suene a mitología,

y las palabras nunca dichas

vengan a reclamar su imperio más íntimo.



Nuestras palabras dichas en el vacío

ese montón de energía funeraria

¿Tuvo, alguna vez, un sentido para nosotros?



Lo aún no escrito es herida e incendio

Se cava en la palabra como se excava en la sombra

arqueología esotérica, pervertido deseo milenario

porque escribir ya no me vale

para escapar de la lápida del olvido

para escarbar un lapidario testimonio.



Al filo de la pluma y la navaja

la tinta seguirá doliendo

tanto como la vena

y ya no habrá significancia

tras la catástrofe de la ilusión.

lunes, 4 de noviembre de 2024

Y yo me pregunto: ¿Qué gracia tiene ser seleccionado para una antología de cuento o de poesía en la que tengas que pagar igual por publicar, a pesar de haber ganado? Lo digo con respecto a algunas editoriales que hacen convocatorias en línea y luego te cobran un dineral y ni siquiera ese monto te garantiza un ejemplar del libro en cuestión. En uno de los tantos correos que me mandaron, incluso decían: "no tenemos ejemplares hasta la campaña de preventa". O sea, te instan a concursar, te eligen, tienes que pagar para estar dentro y luego no hay retorno ni de la inversión ni de las regalías por libro vendido. Un mal chiste. Insisto: mejor autoeditarse y luego vender de mano en mano, físico o digital. ¿Para qué seguir costeando negociados ajenos a tu proyecto vital de escritura?

domingo, 3 de noviembre de 2024

Cautiverio (poema)

Cierto en su ambigüedad

La llave de lo que está caído

Llora con el rocío atomizado

Fluye en la banca, entre techos

Ahíto de insolencia e intemperie.



La bóveda se doblega sobre sí misma

La voz del sótano asciende

Un secreto enclaustrado

Mira por la entrepuerta, sin pasar

No encontrarás nada que abra

Lo que permanece en ti hermético

Carente de sustancia

Carente de sangre.



No habrá salida para el que añore

la verdad, sin haber franqueado el ocaso

de todas las cosas perecederas

de todos los seres y sus barrotes

animales retóricos, sedientos de signo.

Comentario a “Faith No More y Chile. Una historia oral de sus treinta años de amistad” (2024) de Jocelyn Jara.

Muy entretenido el libro de Jocelyn Jara, "Faith No More y Chile: una historia oral de sus treinta años de amistad”. Hay pasajes reveladores sobre la relación de la banda con el contexto sociopolítico y cultural del Chile de principios de los noventa. Para algunos, era algo que no tenía nada que ver, una salida de madre. Para otros, en cambio, se trataba de una cuestión orgánica, inscrita en el ethos cultural y musical "taquillero" de la época. Lo bueno es que, como dijo el propio Fuguet, no establece ninguna verdad oficial. Antes bien, despliega relatos de boca en boca que funcionan más como un concierto coral y que ayudan a reforzar ese efecto de "mito" sobre la historia de los californianos en nuestro territorio. Comparto fragmentos sobre las entrevistas hechas a Fuguet y Rolando Ramos, alusivos al período del debut de Faith No More en el Festival de Viña de 1991:

“Alberto Fuguet: Creo que justo para el primer Festival de Viña de la democracia, lo que Mike Patton hizo y dijo, provocó, rompió esquemas y dividió a la gente, y la polarizó a nivel cultural. Y ahí se demostró que Chile también es un país que polariza y que, por lo menos durante muchos años -quizá ahora la cosa está cambiando-, era como blanco y negro; derecha-izquierda; moral-no moral, o algo por el estilo.
Y a nivel cultural eso no ocurría tanto y Mike Patton, viniendo del rock, produjo un grave rechazo como nunca un rockero había producido en Chile, porque claramente la música de los Quilapayún y de la Nueva Ola, o de Los Huasos Quincheros incluso, quizá no les gusta tanto a todos los chilenos, pero nunca fueron figuras tan divisorias. En cambio, Mike Patton esa misma noche dividió las aguas, y alguna gente, incluso, periodistas más o menos importantes, dijeron cosas como: “Please no more, ¡que se vayan! Esto no es música, esto no es arte.
Rolando Ramos: Lo entretenido del retorno de la democracia en Chile para mí es que la gente tenía ganas de ver y escuchar cosas distintas, y tenía la tolerancia suficiente para ser receptiva a todo tipo de cultura o de manifestación artística distinta. Así que, en ese sentido, Faith No More o el rock en general, tenían mucho que ver con ese Chile muy abierto a ser un país disruptivo, positivo, algo así como que la alegría llegó. Con muchas expectativas. Y como posiblemente no había una cultura de ser reaccionario frente al sistema, yo creo que lo que más les importaba era divertirse, y este tipo de manifestaciones era lo más tangible.
Todo lo demás era algo que estaba en desarrollo, y medio lejano de la gallada. Pero yo te diría que más era un tema de una gran explosión que finalmente se tradujo en una aceptación bastante masiva de este tipo de manifestación artística. Así que sí, yo creo que Faith No More y el retorno de la democracia en Chile era algo que ayudó bastante a que luego, proyectos como lo que hicimos en La Red, con Ritmos de la Noche, o después Rock & Pop, se fueran construyendo y siendo lo masivo que fueron en su momento. Lamentablemente no duró más allá de cuatro o cinco años y luego nuestro Chile cambió, y hemos llegado a lo que tenemos ahora”.

sábado, 2 de noviembre de 2024

La otra cara del espejo & el día menos pensado: la "dimensión desconocida" de nuestra televisión criolla

Los comienzos del año 2000 marcaron un hito dramático para la parrilla televisiva, porque fueron transmitidos dos programas que crearon tendencia al enfocarse en el misterio, el terror y lo paranormal. Se trata de La otra cara del espejo y El día menos pensado. El primero no es tan conocido y estuvo a cargo de Herval Abreu, siendo transmitido por Megavisión. El segundo, en cambio, ha sido recordado ampliamente, cortesía de TVN, al estar dirigido por Carlos Pinto, “nuestro Hitchcock criollo”, responsable de la ya mítica “Mea Culpa”, patrimonio nacional del drama delictivo.

“La otra cara del espejo” era, en cierta medida, una especie de “El día menos pensado”, aunque sin rescatar historias reales y solo concentrado en ficcionalizar mitos y leyendas chilenas. El éxito del programa hizo que estuviera vigente durante más de seis años a lo largo de tres temporadas. Su formato consistía en episodios autoconclusivos narrados por sus propios protagonistas.

Pese a lo acotado del presupuesto y a la inexperiencia de ciertos actores al momento de debutar en escena, la serie salió bien librada al aprovechar al máximo sus escasos recursos y sostener su peso en el misterio detrás de cada historia. En resumidas cuentas, el fuerte de la serie no era tanto el apartado técnico ni el virtuosismo de sus interpretaciones como el trasfondo, digamos, su carácter íntimo, su capacidad para envolver al espectador y otorgarle una experiencia subjetiva sobre el mito y leyenda representado.

¿Quién no recuerda, por ejemplo, al hombre Cabeza de Chancho, aunque no tenga la menor idea sobre de qué iba su relato y su origen? Por cierto, su leyenda se repite en Talagante, en Cerro Renca, pero, sobre todo, en Valparaíso. Cada zona tendría su propia versión de la leyenda. Así, en el puerto, se decía que el “Cabeza de Chancho” aparecía en varios rincones de la ciudad, a una hora indeterminada, bajo un aterrador gruñido.

“La otra cara del espejo” buscaba en los miedos locales, explorando los sitios desolados, los relatos del boca a boca, historias de misterios sobre cosas que, alguna vez, pudieron haber ocurrido o alguien dijo que pasaron, pero lo transformaban en una ficción con un sello propio, atrapante y envolvente. Una propia versión sobre esos relatos, que, dada su imprecisión y su carácter neblinoso, tienen un enorme potencial narrativo.


Sin duda, un programón de culto que quedó enterrado para siempre, tras el auge de los reality show y un desfile redundante de irrelevancia. ¿Por qué no apostar por una nueva temporada? Al parecer, no ha corrido con la misma suerte que el otro programa legendario que nos ocupa: “El día menos pensado”. Confieso que, al ver algunos episodios de niño, no fue tanto el terror lo que me atrajo, sino que una temprana fascinación por lo oscuro, lo que no tenía una explicación racional.

Carlos Pinto y TVN buscaron replicar la tónica de Mea Culpa, pero reemplazando los casos criminales por casos paranormales, los cuales, si bien no causaron un revuelo nacional, como sí lo hicieron algunos casos de Mea Culpa, representaban situaciones en las que se podía contar con testigos directos de los fenómenos allí descritos. Al final de cada episodio, de hecho, se les realizaba una breve entrevista para contar los detalles más escabrosos y tratar de armar el puzzle detrás de los sucesos.

Un elemento gravitante era la banda sonora. El tema de la serie resulta inconfundible para quien la haya visto, emulando, de esa manera, el mismo acierto de un clásico del terror como “El exorcista” y un clásico del misterio como los “Expedientes secretos X”. “El día menos pensado” consigue ese mismo efecto en su audiencia más ferviente, al igual que en el caso de “Mea Culpa”. ¿Cómo no sentirse atemorizado con solo escuchar ese “jingle” de noche y a solas, en tu pieza?

Los casos más extraños abarcaban milagrosas salvaciones, brujerías, apariciones fantasmales, posesiones demoniacas y, por supuesto, diversos temas paranormales que rodearon la mágica isla de Chiloé. La serie atrapaba al espectador desde la intro, tal como Mea Culpa.

Quizá la más icónica sea aquella intro en la que se vio a Carlos Pinto caminando dentro de un túnel con una luz al fondo y avistando a diversas personas a su alrededor, clara referencia al umbral entre la vida y la muerte. ¿Eran personas los muertos del más allá, que acompañaban a Carlos Pinto en su viaje paranormal? Le queda al espectador su propia interpretación sobre el misterio subyacente en esa simbólica escena.

La fuerza de la serie, sin duda, radicaba en su poder de evocación. Las personas que acompañaban a Carlos Pinto en el túnel eran personas religiosas, doctores, enfermeras, familias, obreros y profesionales, dando a entender que todos, independiente de nuestro distinto pelaje, podemos vivir algún fenómeno paranormal sin buscarlo, lo que podría ocurrir, precisamente, “el día menos pensado”.

Debido a su tremendo éxito y a la calidad de su visionado, la obra de Carlos Pinto se extendió desde el año 1999 hasta la actualidad, a través de trece temporadas. Incluso, este 2024 sacaron otra que promete ahondar en nuestra propia “dimensión desconocida”, tras años de pandemia y convulsión país. Dicho escenario, en efecto, disparó los niveles de audiencia de la serie.

El encierro, la incertidumbre y el temor a lo desconocido fueron el clima psicológico propicio para la invasión de lo paranormal a través de la pantalla. El poder y la amenaza patológica se encargaban de mantenernos a todos sugestionados, mientras la realidad, con todos sus espíritus y fantasmas, hacía lo suyo.

Al día de hoy, “El día menos pensado”, baluarte de nuestro imaginario paranormal, sigue al aire, conservando su aura misteriosa y terrorífica, alejándose del efectismo barato y dotando a cada episodio de una trama intrigante y de una atmósfera acorde, muy pulcra en su desarrollo y sus actuaciones.

Todo indica que la tendremos para rato. Sin embargo, ¿para cuándo “La otra cara del espejo”? La antigua serie podría resurgir en un contexto de mediocridad televisiva y de proliferación de leyendas, impulsadas, sobre todo, con el mecanismo viral de la red. Pero, lamentablemente, no hay ninguna iniciativa para sacarla del sótano. Por lo pronto, solo nos queda recorrer el mismo túnel oscuro que recorrió alguna vez Carlos Pinto, aunque nos lleve de regreso a un Chile habitado, en su totalidad, por fuerzas enigmáticas.

viernes, 1 de noviembre de 2024

El Trauco (versión 2024)


La luna llena vino a posarse lubricante,
en los andares del polizón, con aliento y estaño.
Las cortesanas del burdel lo han contemplado,
y su psiquis las conmueve en rígidos vellos.
Reciban al distinguido anfibio, galán nocturno.
A través de la alfombra rojo sangre,
ceremonioso y ermitaño.

Entre bosques repletos de maleza,
se auxilia de las zorras y se esconde
de las linternas de los suegros.

Acecha como rapiña entre pinos verdes,
hasta que encuentra su lugar,
rasga la malva y savia del amor,
y como limonada de pólvora, se la sirve.

Las dotes de la coronada para recreo de sus multiojos,
tima incluso a la dama de hierro,
con su sonsonete seductor.

Se hizo la noche.

Cuando llegan los suegros, hacia el llano profundo,
la disfuncional criatura ya roba
el azahar de sus princesas como fetiche.

Con increíble mística, virtuoso de las aguas negras,
con la exorbitante fuerza hercúlea, las hace suyas,
y ellas donan la nuez de Adán, a cambio de su cuerpo.

Su aliento, lo dice todo, y no restan despojos,
entre la yugular, y el fruto final de los gritos.

Y la petulancia de los vientos, peina
la exhibición de los que osan montarse agrios
por encima y masoquistas
¿Pero hacia donde buscará llevar a esas ninfas?
Atormentado, tejido a tejido, sus escasas prendas enaguas,
sobre el rostro con su frío de plata.

La mujer especial, con lujuria planea,
la vendeta del lago de los secretos,
y esta vez no será un talón, el que será marginado,
del prostíbulo del Creador.

Solo roba la bitácora elfa y entra
a su aposento romántico, más que nada,
emporio de deidades, miles de deidades,
laberinto y museo en uno.
Deidades, disecadas del júbilo, por recibirte con vientre llano,
cosido y dispuesto, con alfiler a mano.
Espectáculo de herencias,
ya pasado el toque de queda nocturno.

El ogro virgen te invita a concurrir al altar de mármol.
Prestigioso aquel que ve con sus ojos,
una infante de carbón, en lugar de una res dorada.
Imágenes que si se aprecian en un cuadro
apaciblemente grotesco,
no lucen tal como obras de la Tríada.

Mientras, en época de haciendas, era común
el tributo de las divas a los ricos cerdos,
esta criatura viajaba hasta la capital,
cerca de la hora de las velas,
aguardando el último viento.

En mansión del comendador,
como fino caballero, experto en clases,
pide la mano de las señoras y señores.

Con la última espina de la rosa arrebata,
lo escarlata de los labios de la doncella.

Multiorgásmico festival han de apreciar
dentro del organismo de dicha joven.
Y con el canto de los gallos, el comendador
ha de ser el receptor de la obra maestra
en lo más hondo de los bosques:
¡Su hija abrupta y abierta de carnes
dibujando poéticamente, el símbolo de Venus!

Depositando la especie final,
dentro de la sartén de conquistas del macabro yerno,
el motín de la gran isla ha revivido la leyenda,
a través del círculo de fuego que él originó,
se hizo la noche nuevamente.

Los burgueses suegros acuden temprano,
hacia la húmeda morada del Trauco.
Con luces y cámaras, acuden con la prensa rosa,
extrayendo las irreconocibles deidades
que bosquejan todas las piezas
de aquella galería estéticamente exótica.

Los cuerpos sin vida de las cortesanas,
como en una luna de miel maldita desechas,
como en un festival de locura poseídas,
como en una siniestra fábula ultrajadas,
bajo la influencia del serafín resentido de los Sures,
imbatible es su semblante,
inmortal del embrujado Chiloé.

Un mito que progresa, desde la mirada viril,
alumbrada durante los años de conquista,
y muchos siglos y feudos hacia el futuro.
Mientras la criatura permanezca errante,
ni las coplas venusianas, saciarán su despecho.

El protector del concúbito imperfecto, con poder de Hércules,
el oasis de las castas,
a imagen y semejanza del Trauco han de salir los primogénitos.




2007

El Trauco, imagen de Feig, 2017