sábado, 15 de julio de 2023

"El Retiro" de Roberto Bolaño. Veinte años de su muerte.

Veinte años de la muerte del Detective Salvaje y su paso por Quilpué, la Ciudad del Sol, en los años sesenta, se ha convertido en un mito por sí solo. Con un amigo pasamos por afuera de su antigua casa ubicada en la esquina de calle San Enrique con Independencia. La placa conmemorativa permanecía intacta. No así la casa, ya desvencijada por el tiempo y el abandono, pero que conserva ese "aura de viejo" que solo conservan las cuestiones destinadas a la memoria, o al olvido, que vendría siendo lo mismo.

El paso de Bolaño por Quilpué coincidió con el Mundial del 62. De pronto, el amigo se preguntó: "¿Habrá Bolaño visto jugar a Pelé? Yo no supe responderle en ese momento, pero, en efecto, ¡sí lo había visto! Cabe recordar que el astro brasilero jugó contra Santiago Wanderers en Valparaíso, y Bolaño también habría ido a la cancha en alguna ocasión. Incluso él mismo contó, en una entrevista, que le había atajado un penal a Vavá, uno de los "cracks" de la selección brasilera de esa época. Valpo y Quilpué fueron testigos, sin duda, de un joven Bolaño en su desconocida faceta futbolística, cuando todavía no emigraba a México, no era infrarrealista ni mucho menos se había dejado invadir aún por la "sombra del éxtasis" en su narrativa futura.

Seguimos caminando con el amigo y abandonamos la antigua casa de Bolaño. Continuamos vagando por El Retiro y dimos con una serie de calles muy solitarias y apacibles, muy distintas a los parajes futuros de los desiertos de Sonora. Se respiraba, en esos lados, una paz solo comparable a la vida barrial, intacta pese a la inclemencia de la historia. Tal vez esa sensación pueda ser comparable a la descrita por Jaime Quezada, amigo personal de Bolaño. El escritor nunca más volvió a la Ciudad del Sol, sin embargo, lo tuvo entre sus últimos destinos, en algún minuto de su vida, como quien pretende volver a Ítaca o como quien promete regresar con Cesárea Tinajero, pero nunca más vuelve ni regresa.

"Las veces que Roberto vino a Chile no habló nunca de Quilpué ni fue a Quilpué. Sí a Los Ángeles, sí a Mulchén, y tal vez para no perder la magia sagrada de una casa-lugar donde fue feliz: la infancia. Acaso una intuitiva manera de inmortalidad más allá de su prematura muerte”, declaró un nostálgico Jaime Quezada. También, el director Ricardo House, que dirigió el documental La batalla futura (2016) recordó aquel mítico paso de Bolaño por Quilpué: “El Retiro es un barrio que hace honor a su nombre; conocido por una enorme fábrica de fideos que ahora está en decadencia y por Bolaño." A estas alturas, Quilpué, en específico, el pacífico barrio donde vivió, bien podría ser conocido como el “antiguo pueblo de un infrarrealista”, la “Ciudad del Sol salvaje” o del “Nocturno Retiro”.


Cuadro de Jaime Gómez Villalobos.

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