¿Y qué pasaría, querida, si te dijera que todo lo que vivimos fue solo un sueño de tres días, una pesadilla mesiánica, en la cual creímos haber sobrevivido al caos, y lo que entendimos por realidad no era más que la penitencia de esa pasión onírica?
¿Qué pasaría si te dijera que dentro de ese sueño nunca hubo resurreción, y lo que somos hoy no es otra cosa que el cadáver de lo que hubiéramos podido ser?
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