domingo, 20 de mayo de 2018

Sobre el escrúpulo de los quisquillosos de Cannes al ver la última película de Lars Von Trier, The house that Jack built.
El hecho de que todavía haya gente que se escandalice con una película, (a estas alturas en que ya casi nada asombra en términos visuales) me indica que el séptimo arte goza aún de buena salud y aún puede sustraerse de su elemento meramente espectacular y complaciente. Igual, en todo caso, el tópico del asesino como artista es más antiguo que el hilo negro, con Thomas de Quincey en su El asesinato considerado como una de las bellas artes o la propia Seven de Fincher, con el loco Kevin Spacey sumando muertes como brochazos.

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