martes, 20 de diciembre de 2016

Uno de los pocos privilegios de ser profesor, le hago saber a amigos y amigas cuando preguntan: unas vacaciones idénticas a las de los propios alumnos, e incluso pagadas de manera íntegra, cuando se cuenta con contrato a plazo fijo -como el que suscribe-. El legítimo derecho del profesor a tirárselas luego de cargar sobre sus hombros el peso del desprestigio social. El ocio pagado le dignifica. Horas y horas pedagógicas las gastará durante esos dos meses en recuperar el tiempo perdido, dándose una vida de dandy que perderá nada más llegado Marzo. Su tiempo libre será su mayor capital.

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