jueves, 4 de abril de 2019

Recibí de parte de un loco en el terminal La Ligua un papel fotocopiado con un poema. El loco iba repartiendo otros ejemplares alrededor de la manzana. Lo raro fue que solo lo entregó a la rápida sin esperar nada a cambio. El poema era cursi, y versaba sobre un unicornio perdido en el amor. No sé por qué me acordé de Deckard en Blade Runner. Seguí leyendo hasta que abajo salía el nombre del poeta: Ariel Basteri. Bajo ese nombre salía otro, un tal Cristian Mason, encargado de difusión, y decía que el texto era entregado en un aporte a la cultura provincial de Petorca, Quillota, La Ligua, Santiago, Viña, Valparaíso, deseando más abajo un mejor Otoño para todos, y agradeciendo por la cooperación. No sé por qué me acordé, en este punto, de Arturo Rojas. Doblé el papel, extrañado por la insólita referencia, y pensé en buscar al tal Mason y al tal Basteri. No encontré otra cosa que búsquedas apócrifas, hojas secas perdidas en el ciberespacio, palabras echadas al otoño de la significación.

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