jueves, 15 de diciembre de 2016

La trinidad pornográfica

La deriva que está tomando la pornografía resulta conmovedora. Ya no es solo aquel tabú adolescente que justificaba nuestras poluciones nocturnas. Ya no es solo una oda a la perversión sexual. A nuestras masturbaciones secretas que hacemos a escondidas, tras bambalinas de nuestra vida cotidiana. La pornografía va abriéndose paso en la cultura, reclamando, proclamando cierta dignidad artística, rompiendo los prejuicios pacatos de la sociedad, de la mano de figuras femeninas como, por ejemplo, Sasha Grey, que debutó en la literatura con su novela La sociedad Juliette, obra que versa sobre una sociedad secreta donde determinado grupo de elite da rienda suelta a sus impulsos sexuales sin tapujo, dialogando con la película Ojos bien cerrados de Kubrick. También tenemos a Valentina Nappi, otra de las figuras que entra en la vanguardia pornográfica, dictando cátedras en congresos sobre Nietzsche, Kant, y sobre lo que ella llama la "Pornosofía", una mirada más intelectual de este mundo a ratos señalado como superfluo, inmoral, carente de contenido. Y quizá la promesa más joven, la española Amarna Miller (seudónimo en honor al escritor Henry Miller), que en su debut busca teorizar sobre el feminismo desde la propia pornografía, tratando de salvaguardar la distancia ética, llevando la pornografía hacia un cauce político. De hecho, hay un video suyo donde critica la hipocresía de la sociedad española, en el cual nuestra actriz proclama a todas luces que "la misma gente que la llama puta, se pajea con sus videos. La misma gente que se dice laica, pone medallitas a las vírgenes". Grey, Nappi y Miller, la trinidad pornográfica que está dando que hablar más allá de la pornografía. Así que cuando pensemos en ellas, pensaremos en algo más que fluidos y gemidos. En algo más que una cultura del consumo y de la basura. De esa forma nuestras fantasías tendrán otro color y hasta otra definición.

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