En la tarde tomé una siesta y no
pude contener el sueño perdido de anoche. Mientras dormía, soñaba que aparecía
una chica, mezcla de una amante y una amiga, con la cual compartía el escenario
de un misterioso examen. Nos hallábamos en una sala de espera. Era casi el
último en entrar. Me devolvía ilusamente para ver si ella andaba por ahí. Sin
embargo, ya estaba adentro. Una vez saliendo, iba acompañada de una figura que
no recuerdo, seguramente una amiga suya, disfrazada oscuramente. Intentaba
cubrirme mientras me acercaba a ella, profiriendo razones inenarrables. La
distancia lo cubría todo, a pesar de seguir advirtiendo su rostro. Un solo
mensaje finaliza el episodio, una vez que la figura deja de cubrirla.
"Deseo: morir en vida". El rostro desaparece porque de inmediato
despierto. Afuera y ya de noche, lo primero que se oyen son las risas y gritos
de los niños, repitiendo la palabra "dulce" "dulce". Al
parecer se van alejando a medida que buscan otras casas. Los sueños y sus
travesuras. Parece que tocan a la puerta y te interpelan en clave ¿qué querrá
decir esa frase repetida hasta el hartazgo? ¿por qué asociada a esa chica y su
misteriosa guardaespaldas? ¿qué relación habrá entre el sueño y los niños de la
calle, si es que realmente la hay?". Todo lo que logramos imaginar ya nos
parece solo otro truco de la mente, o del corazón, nada más oscurece. La noche
puede traer dulzura o bien volverlo todo un truco macabro. A veces todo se
resume en eso. En resolver una pregunta enigmática o salir huyendo como un niño
disfrazado.
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