martes, 23 de septiembre de 2014

Si se escribe es casi siempre por un motivo que te excede, siempre buscas ocultarte de algo que te avergüenza, que te sobrepasa o que simplemente no comprendes, te resguardas de aquello que llamas lo desconocido, lo temible por seductor, lo que atrae pero no se alcanza a poseer lo suficiente, o lo inamovible, las circunstancias, las consecuencias de tus acciones en el pasado y en el presente, el peso de la tradición, de sus influencias, de tus relaciones, intuyendo alguna pizca de luz afuera de ese embrollo, se escribe a oscuras a fuerza de no ver nada, de ya no saber de nadie ni de nada, para hacerlo te inclinas, te escondes, te divides a ti mismo, el texto acaba siendo una comezón gigante, la obra de algún insecto que pica desde adentro, para mostrarte el camino de regreso a tu final sin origen.

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