lunes, 8 de septiembre de 2014

Ciudadanos de las tinieblas

"Hay otros mundos, pero están en este" Paul Eluard.

Ya va tomando forma la colección de Otros Mundos que en los años 70 tuvo su apogeo en el universo editorial. La idea era, a raíz de mi antigua filiación a Nueva Acrópolis, recorrer un camino ecléctico de búsqueda y de conocimientos, aún valorando el aporte en material oculto y tradicional que los acropolitanos de aquella filial compartían. Decidimos dejar la institución debido a su cada vez más evidente carácter sectario.

Reconocimos que el sendero continúa fuera. La figura de JAL, fundador de la institución, aunque notable en su aportación, se nos hizo en un principio demasiado ambigua para seguir nuestro propio camino. Los dogmas tales como la moral religiosa y el cientificismo positivo, uno desde el fanatismo y otro desde el materialismo, parecen seguir siendo lo que otro autor en su tiempo llamó "monstruos reaccionarios.

Es algo consabido que los hombres de ciencia tuvieron su lado esotérico. Es cosa de remitirse a Newton. El mismo hombre que teorizó sobre la gravedad fue un asiduo alquimista. Giordano Bruno, el mártir renacentista, que para algunos ateos sigue siendo considerado un racionalista, estuvo también interesado en la magia y la tradición hermética. Jacques Bergier hablaba de una vuelta al "realismo fantástico" que no se limita a lo evidente, lo medible y cuantificable, sino que permite adentrarse en posibilidades de realidad que exceden el sentido común. En palabras del autor, la realidad sería fantástica por antonomasia. Lo mismo dijo Borges respecto de la literatura. 

No se trata, según aquel, de imaginar entelequias ni de sueños ingenuos, se trata de arrancar esa materia desde las entrañas de lo real, desde tus propias "entrañas". Las experiencias imprevistas que desatan el sudor a cada paso, en tu lecho, en la próxima esquina, que desafían las cabezas y páginas en blanco. Se está unido a una tradición oculta y, a la vez, se camina hacia lo desconocido. En esa línea, el pensador hace de sí un clandestino, una especie de animal fugitivo y subterráneo, porque, como dijese Crowley: "el pensador, con sereno espanto, formula su ley eterna".


No hay comentarios.: