Decía Witold Gombrowicz: "Nosotros, hombres del arte, últimamente nos hemos dejado embaucar demasiado sumisamente por filósofos y otros científicos. No hemos sabido mantenernos lo bastante independientes. El excesivo respeto por la verdad científica nos ha ofuscado nuestra propia verdad; en un deseo demasiado ardiente de comprender la realidad, nos olvidamos de que no estamos hechos para comprender la realidad sino para expresarla, de que nosotros, el arte, somos la realidad. El arte es un hecho y no un comentario añadido al hecho. No es tarea nuestra explicar, aclarar, sistematizar, probar. Nosotros somos la palabra que afirma: esto me duele, esto me encanta, esto me gusta, a esto lo odio, a esto lo deseo, esto es lo que no quiero…
La ciencia permanecerá siempre abstracta, pero nuestra voz es la voz de un hombre de carne y hueso, es una voz individual. No es la idea, sino la personalidad, lo que nos importa. No nos realizamos en la esfera de los conceptos, sino en la esfera de las personas. Somos y debemos seguir siendo personas, nuestro papel consiste en hacer que en un mundo cada vez más abstracto no deje de resonar la viva palabra humana. Creo, por tanto, que la literatura se ha sometido demasiado a los profesores y que nosotros, los artistas, tendremos que armar escándalo para romper estas relaciones; nos veremos obligados a comportarnos ante la ciencia de un modo muy arrogante y descarado para que se nos pasen las ganas de los insanos flirteos con las fórmulas de la razón científica. Habrá que contraponer de la forma más tajante posible nuestra propia razón individual, nuestra vida particular y nuestros sentimientos a las verdades de laboratorio."
WITOLD GOMBROWICZ, Diario (1953-1969), Seix Barral, Barcelona, 2005, pág. 130, traducción de Bozena Zaboklicka y Francesc Miravitlles
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