sábado, 30 de noviembre de 2024

Uno se muda de morada como quien se muda de vida. Se dejan atrás muchas cosas, otras insisten en quedarse. En la vieja habitación perseveran los recuerdos y el polvo tras el embalaje evidencia el trajín del cambio. Cada lugar desocupado se impregna de la piel de sus antiguos moradores. Algo de ellos permanece ahí, oculto entre las paredes. El vacío del espacio contiene lo que ya no tiene lugar allí: un hogar, un sueño sublimado en el cuerpo.

jueves, 28 de noviembre de 2024

Se agotaron en menos de una hora las entradas al concierto único de Tool en el Movistar. Tenía toda la intención de ir a este épico recital, pero no alcancé, por la sencilla razón de que me pagarán recién mañana. Recuerdo que en el debut legendario de King Crimson pasó algo parecido: también se acabaron rapidísimo las entradas para el show. De tal padre, tal hijo, dice el dicho. Quedé con ataque, sobre todo porque aquella vez había hecho la fila para comprar la entrada de manera física, en la extinta tienda Hites de Valparaíso. Finalmente, habilitaron un segundo show al cual sí pude asistir, experiencia que quedará para siempre marcada a fuego en mi corteza musical. 

Un compadre, el creador del grupo de facebook "Tool Chile" dijo que quedó con la misma sensación, ahora que vino la banda a nuestros lares. Tampoco pudo comprar la entrada, debido a la saturación del sistema. Frustrado, mencionaba que prefería la "vieja escuela", esa en donde comprar en la fila tenía un valor agregado, cierta emoción, cierta adrenalina, donde había un sentido de pertenencia e incluso se podía conocer gente afín en el momento. Triste por el hecho de que llevaba nueve años publicando novedades en el grupo, esperando por el magno evento, para perdérselo, por una cuestión logística. 

A los rezagados del concierto único de Tool en Chile no nos quedará más que la esperanza de un segundo show, dada la alta demanda y la convocatoria, igual como ocurrió con King Crimson el 2019. "Jesus Christ, why don't you come save my life now?"

martes, 26 de noviembre de 2024

La existencia es un éxtasis

Según Mario Cesar Ingénito, la etimología de “éxtasis” viene del griego "ἔκστασις" (ékstasis), que se compone de "ἔκ" (ék), que significa "fuera de", y "στάσις" (stásis), que significa "estado" o "condición". Se refería a un estado de trance místico, donde la persona está “fuera de sí”. Luego, pasó a significar también un estado de entusiasmo o de goce intenso, de ahí, el nombre de la droga juvenil, y del renombrado “estado extático”. Resulta increíble que "éxtasis" tenga un parecido etimológico con "existir". En ambos, se usa el prefijo "ex" que significa "fuera de". Para el caso de existir, viene del latín “exsistere”, compuesto de “ex” (afuera) y sistere (tomar posición, estar fijo). La etimología es paradójica a la vez que reveladora, por eso para Emerson la existencia es un éxtasis. Sería un éxtasis cristalizado, fosilizado, situado.

Deus in Machina

En la Capilla de San Pedro, Suiza, han hecho un experimento: colocar una figura de Jesús que interactúa con sus adeptos por Inteligencia Artificial y que puede dialogar en más de cien idiomas distintos. El experimento se llama “Deus in Machina”, del latín, “Dios dentro de la máquina”. Los responsables son Philipp Haslbauer, Aljosa Smolic y Marco Schmid, de la Universidad de Artes y Ciencias Aplicadas de Lucerne (HSLU) y el Laboratorio de Investigación y Realidad Inmersiva. Para algunos, supone un plausible nexo entre ciencia y religión. Para otros, menos optimistas, supone alguna clase de herejía posmoderna y transhumana. Los devotos más acérrimos ya han puesto el grito en el cielo. “Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará”, señalan, citando a Mateo 24:11-25. Más allá de esto, lo que está entre líneas es un mensaje contundente: la IA será la nueva fe. Hay que pensar que cada nuevo avance está programado y tiene un propósito. Se lanzó hace poco un juego de rol donde las IA son dioses. Se llama “Mutant Crawl Clasics”. Retrata un mundo devastado postapocalíptico. Es ese un escenario digno del fin de los tiempos: androides replicantes con voz mesiánica. Los tecnócratas materialistas serán los nuevos sacerdotes. El Dios al que se abocan es un Dios sin metafísica, un Dios demiúrgico. Incluso la ciencia será una fuente de milagros y devoción. Sin duda, ya lo es.

lunes, 25 de noviembre de 2024

Pasé a comprar un par de libros a la librería Martino de calle Victoria. Un par de clásicos, Unamuno y Hesse. No iba a la librería desde mis tiempos de escolar, cuando estudiaba en el colegio que queda un poquito más allá: el San Pedro Nolasco. La librería lleva años y es un emblema de las librerías del plan de Valparaíso. Dicen que pertenecía a un descendente de italiano, comerciante del Almendral, don José Devoto Martino, quién adquirió la librería Vilches para luego cambiarle el nombre por su apellido materno. Desde los años noventa permanece en la misma galería. En cierta forma, volver a comprar allí esos libros fue como transitar un tiempo anclado en la memoria, uno en el que un cabro de Básica salía de comprar materiales para marzo, acompañado de su mamá. En esa época, ya se dejaban ver algunos ejemplares literarios en vitrina. Recuerdo uno de Luis Sepúlveda, "Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar" recién publicado y en venta, mismo libro que luego me hicieron leer para el ramo de Castellano. Hoy, en calidad de profe de lengua y literatura, me llevo "Demian" y "Nada menos que todo un hombre", ya no tanto para plan lector, como para colección personal. La colección de ediciones escolares crece, a medida que pasan los años, los cursos, y a medida que crece la nostalgia.

El verdadero significado de la palabra malaya

Con un colega nos preguntamos sobre un término usado mucho por los cabros en la escuela: malaya, un término abiertamente despectivo que, muchas veces, suelen decirse entre ellos mismos, a viva voz. Casi siempre el "malaya" va seguido de un adjetivo chilenísimo de grueso calibre, como uno que todos hemos usado alguna vez, que termina en madre.

Se advierte que los cabros han hecho suyo el lenguaje "flaite" como una forma genuina y espontánea de comunicarse, sin que exista de por medio, necesariamente, alguna clase de hostilidad. Podría decirse entonces que esa palabra la sienten suya, es su seña de identidad. La han dicho incluso, en ciertos contextos, algunos de los ídolos musicales de estos cabros, sus “referentes culturales”, como un tal Pablo Chill E, siempre con esa carga de denostación en contra de otro, a quien consideran alguien merecedor de toda la inquina.

Por lo mismo, el término malaya se ha vuelto un sello, una palabra recurrente. Sabemos su significado por el uso y por su morfología, pero poco sabemos sobre su verdadero origen. Se dice que "malaya" viene del árabe "malai" (extraño) y se usó primero para referirse a los inmigrantes del Oriente Medio, turcos y sirios, quienes eran considerados "extranjeros", bárbaros, en un sentido injurioso. Luego, habría pasado a llamarse “malaya” a cualquiera que fuera extraño y tuviera esas conductas atribuidas, en un principio, a los árabes.

Es escasa la definición técnica de la palabra en términos lexicológicos, aunque sí hay un diccionario de chilenismos que ofrece algunas acepciones. Entre ellas, destaca como “malaya” a alguien carente de sentido o voluntad propia; también a alguien que no hace bien las cosas o que es considerado “mala gente”, incluso se le puede decir “malaya” a una persona “sin importancia, insignificante, que no tiene ninguna trascendencia y ningún valor”. Sin embargo, la carga semántica del malaya, según se le escucha decir a los cabros, recae, ante todo, sobre una “persona con malicia, malintencionada”. Así, el malaya es arrojado sobre otro al cual se le categoriza como un malhechor, sin medias tintas, de forma categórica.

Hay otra etimología del término que describe al “malaya” como una palabra compuesta que deriva de “mal” (sustantivo) y “haya” (verbo haber). En ese sentido, el malaya pasaría además a significar que “hay algo malo”, o “hay mal”. En resumidas cuentas, algo que está mal, que es, sin duda, malo. El malaya adquiere, de esa forma, aparte de categoría de insulto, una cualidad valorativa.

Se dice que la cosa está malaya, cuando las cosas se precipitan hacia un escenario negativo. Y se dice que alguien es malaya, cuando representa todo lo malo, o sencillamente, cuando ese otro aludido actúa en contra de los valores y principios morales. Es así que, en definitiva, el malaya puede ser cualquiera y puede, a su vez, ser usado por cualquiera contra otro al que achacan ese epíteto.

El malaya permanece (todavía) restringido al registro de habla inculta informal, en su variable diastrática, usado por estudiantes vulnerables y por sujetos vinculados al hampa y a la narcocultura, aunque, de popularizarse, dado su significado, podría llegar a decirse en otros círculos, siempre y cuando su reiteración no sobrepase el campo simbólico en el que se desenvuelve.

¿Será posible que, en algún momento dado, el malaya trascienda su connotación “flaite” y sea luego incorporado al léxico de los chilenos, ya que se estila que el habla transforma la lengua, y que la gramática debiera ser descriptiva y no tanto normativa? Pregunta retórica, pero que ayudaría a repensar el malaya como un concepto en sintonía con los tiempos, una “vibra”, una resonancia de los discursos en circulación, una expresión de cierto sentir conflictuado.

domingo, 24 de noviembre de 2024

Y yo me pregunto, ¿qué hará la sociedad de poetas y escritores chilenos ante la inminente escalada nuclear en el conflicto entre Rusia y Ucrania, que, en realidad, se trata del conflicto entre la Federeción Rusa contra el bloque atlantista occidental? ¿Plegarse a uno de los bandos y dedicarles los más incendiarios versos al bando contrario, siguiendo así la lógica de la división? ¿Desmarcarse para rendirle un tributo poético a la paz (cuando no abunda mucho entre sus lides)? ¿O alentar el acabóse y esconderse bajo un refugio repleto de libros y pegarse la última chimba, la última tertulia literaria, una en donde corra todo tipo de fluidos, y a la que asistan todos, sin lobby, por fin, antes de la noche de los tiempos?

sábado, 23 de noviembre de 2024

IA (el antro del Demiurgo)

Poema pensado para una selección llamada "Covid 1984", poemas todos con temática relativa al convulso devenir sociopolítico del mundo pos pandemia.

IA (el antro del Demiurgo)

Han inventado un nuevo juego
La condición para jugarlo es que no cambien las reglas
Ni tampoco sus jugadores
Será solo tú y un montón de mercenarios
Operadores ideológicos
Disfrazados de benefactores y altruistas
Tendrás que apostarlo todo en ese juego
Tu voluntad, tu consciencia, hasta tu cabeza
Porque no se quedarán conformes
Hasta que apuestes tus redes neuronales
Porque no estarán satisfechos
Hasta cancelar tu aparato crítico
Y quedarse con tu alma y tus entrañas.
IA
IA
IA
La red del juego se extiende hasta los confines
Desde el remoto pasado,
El poder incubó sus engendros
Nobleza negra, Estado profundo
El progreso siempre fue una excusa
Los altos ideales, una transacción
Las revoluciones siempre fueron
El acelerador de partículas del caos,
Condición necesaria de su orden
Su nuevo orden.
Huxley y Orwell escribieron solo el proemio
Para la próxima temporada en curso
Que incluirá ojivas nucleares
Y mentes de ordenador
Conectadas a una idea matriz
Un egregor antiquísimo
Invisible ante los ojos del profano.
IA
IA
IA
Así que inclínate ante tus nuevos héroes
Musk, Gates, Harari, Schwab
Inclínate ante sus nuevas criaturas
Hechas de unos y ceros
Prueba tú también
Ese poder, esa droga mefistofélica
simula la divina creación
y goza con la obra transhumana
diviértete en el antro del Demiurgo.

viernes, 22 de noviembre de 2024

Ente y felino (fábula de terror)

Un pequeño gato caminaba por una calle abandonada. Parecía ser un simple gato callejero, otro más del montón. Sin embargo, no caminaba sin rumbo. Buscaba algo.

“Pobre, pequeño e inconsciente animal”, pensaría cualquier cristiano al verlo, pero el gato estaba completamente solo. 

Caminaba sin parar hasta llegar a un oscuro rincón. Ahí se encontró a un ente apenas distinguible entre las sombras. Lo único visible eran sus cuernos, que parecían estar hechos de azufre. El ente notó al gato y, como si se tratara de una persona, le habló. El gato, por alguna extraña razón, también podía hablar. Estaba sorprendido por lo que había visto, aunque no era tiempo para asombros. Debía seguir su camino.

-¿Quién eres tú?- le preguntó el gato al ente.

-Eso no te lo puedo decir-, respondió.

El gato permaneció quieto, temeroso ante su reacción.

-¿Y qué hago aquí, en este lugar tan feo?-, volvió a preguntarle.

-¿Te refieres a por qué caminas por aquí? Es simple, perdiste algo y lo estás buscando-, contestó el ente.

-¿Y qué fue lo que perdí?-.

El ente se ajustó sus afilados cuernos, mientras sonreía.

-Aquello que te hacía algo vivo, tu cuerpo-, respondió.

El gato parecía realmente confundido.

-¿Mi cuerpo? Pero si ya tengo uno-.

El ente quedó en silencio durante unos segundos. Luego, volvió a sonreír.

-Mi querido amigo, tú has fallecido, y lo que ves ahora mismo no es nada más que una ilusión, una mentira-, contestó, enigmático.

El gato quedó aún más confundido, pero, antes que pudiera responder, el ente volvió a dirigirle la palabra.

-Esto es lo que te hubiera gustado hacer en vida, ¿no es así? -, le preguntó, una vez más.

El ente chasqueó los dedos e hizo aparecer la imagen de un gato muy a gusto con una familia humana. El gato quedó pasmado. Jamás, en sus cortos años de vida, pensó que un hogar de esas características sería lo que más anhelaba, porque ni siquiera pensar podía. Su único móvil, preso de los instintos, era la sobrevivencia.

El gato no tenía tiempo para seguir respondiéndole al ente. Debía seguir su camino, para encontrar eso que estaba buscando. El ente comprendió la situación, y se apartó del lugar donde estaba, mostrando que, detrás suyo, estaba el cuerpo de un gato, ¡Era él mismo!, su cuerpo estaba completamente destrozado y arrollado. Había huellas de un vehículo en su vientre. El gato se quedó horrorizado. Luego, permaneció en shock, completamente en silencio.

-No viste las luces. Ese fue tu destino, querido amigo-, dijo el ente, como si se tratara de una sentencia.

El gato miró su propio cadáver durante largos minutos. Luego, se repuso y se dirigió al ente.

-Ahora, ¿dónde se supone que vaya? -, le preguntó, muy afectado.

-A ver las luces-, respondió el ente.

El gato retrocedió, asustado ante la declaración, que se sintió como una amenaza.

-¿Quién eres?-, preguntó.

-Soy la muerte… pero puedes llamarme mortem-.

-¿Mortem?-.

-Me lo acabo de inventar-, dijo el ente, mientras se guardaba la risa.

-Ahora ven. Ya no tienes que preocuparte por nada. Tu cuerpo no está afectado por el pecado-, remató, con una voz lúgubre.

Aunque el gato quedó, en sumo, traumado con la revelación, sabía, muy en el fondo, que era eso lo que estaba buscando, y que no debía seguir haciendo esperar a la muerte. El gato, luego de acicalarse y quitarse los nervios, simplemente asintió con su cabeza, indicando que estaba listo. Así, fue conducido hacia las alas abiertas del ente, las cuales desprendían un aire tenebroso y una ventisca gélida. Se asustó mucho al principio, pero, al notar que, poco a poco, perdía su centro, se dejó llevar por esa oscuridad, totalmente rendido.

A medida que pasó el tiempo, el gato logró encontrar una remota e inexplicable paz, una que jamás había imaginado. Dejó de pensar y de rumiar como antes. Pronto, una gran mano humana lo acarició sobre su cabeza, lenta y suavemente, y lo condujo hacia el vacío, donde dejó de ser.

jueves, 21 de noviembre de 2024

El laberinto del minotauro, revisitado

Ha muerto o aún vive el minotauro. ¿Qué diría su madre de su existencia? ¿Dónde está ahora? ¿En el laberinto de paredes de concreto? ¿En el fondo del océano? ¿En alguna selva impenetrable? ¿O tal vez en el único lugar posible: el rincón fantasioso de nuestras mentes, ese laberinto de mitos, deseos y arrepentimientos? Los verdaderos laberintos no tienen por qué necesariamente tener paredes, porque el laberinto más escabroso carece de esquinas y de horizontes. Es similar a la mente, caja negra de resonancias.

Entremos en terreno. Analógicamente, el minotauro no puede existir en un mundo de certezas construido desde el conocimiento racional. Se trata de un ser mitológico, como algunos dioses o fantasmas culturales. Teseo lo mató, según los relatos, varios siglos antes de Cristo. Es preciso desmontar los mitos y reconstruirlos desde su cosmogonía, la que busca una respuesta a un elemento de la vida o a toda ella. El mito del minotauro es la explicación de la epistemología, el conocimiento, el saber conceptual humano. El minotauro representa las ideas o los conceptos errados, las fantasías que solo pertenecen a las fantasías, ficciones sobre ficciones, emanaciones del laberinto o sus prolongaciones.

El laberinto se construye como lugar sin salida, sin conocimiento del lugar y, por ende, es la casa del prejuicio y de los miedos. Teseo mató al minotauro, no con una espada, sino con la comprensión de que no existe. Entró al laberinto con un metro que, a semejanza del hilo de Ariadna, mide el conocimiento y la iluminación de sus zonas oscuras. El metro es un elemento convencional, un objeto aceptado como supuesto para nuestras certezas humanas. El hilo, por su parte, sería un error, porque sirve para salir por la misma entrada, una trampa, porque todo laberinto tiene una entrada y una salida. Se crea así una paradoja insalvable, un camino imposible, solo transitable mediante la contradicción.

Teseo entró al laberinto y con su metro midió las paredes, distanció, generó patrones y el laberinto se esfumó al ser comprendido, conocido, naturalizado, con lo cual el minotauro se esfumó, a su vez, como un mito mental en el que nos apoyamos y del cual nos cuesta desprendernos. Un buen ejemplo de esta psicología del laberinto sería dejarnos engatusar por las expectativas sociales de los otros. Valor ficticio, sin otra respuesta que su vaciedad. Un mito que tiene plena validez como realidad, un minotauro cualquiera ensimismado en su intricada forma, tal vez a la espera de la próxima ejecución.

Según la versión clásica del mito, la ciudad de Atenas debía dar un tributo a Creta, un tributo de siete hombres vírgenes y siete mujeres vírgenes en sacrificio para alimentar al minotauro. Teseo, hijo del rey Egeo, se ofreció a sumarse al tributo, lo que le permitió enfrentarse a la bestia. Victorioso, había logrado aniquilarla, sin embargo, olvidó avisarle a su padre, cometiendo el error de no reemplazar las velas negras con las velas blancas. Debido a esto, el rey pensó que su hijo había muerto en manos del minotauro y se quitó la vida. 

Una victoria y una sucesión trágica. Teseo asumió el nuevo reinado y liberó a Atenas del tibuto a Minos. La liberación heroica y mitológica puede ser perfectamente comparable a la liberación de aquello que ata nuestras mentes, que nos hunde en nuestro esquema laberíntico. Ahora, toda liberación exige siempre un sacrificio, un ardid y un desafío. Hay que estar dispuestos a cruzar esos pasadizos secretos, con el espíritu necesario para mirar de frente a la sombra y lograr la sublimación de aquello que estaba encerrado, aquello confuso que deseaba secretamente la estocada y la luz. 

Así mismo, nuestra gloria personal puede surgir de la liberación de los mitos de nuestra mente, amenazada por las variables de un mundo, en exceso, pragmático. Cada quien, de acuerdo a las circunstancias vitales que lo envuelven, y bajo el devenir de su época, puede proyectarse en Teseo y tener la valentía suficiente para no dar su existencia misma en tributo a los egregores del sistema y liquidar a los monstruos que lo habitan, las formas espectrales del control de la consciencia.

miércoles, 20 de noviembre de 2024

Vorágine (poema)

Se abre mi sótano, se abre mi mente cual boca

que absorbe todo cuanto no puede explicar

y todo cuanto puede regurgitar

en forma de soliloquio o discurso esotérico,

ese que se diluye en la cloaca de los valores

que curiosamente son sembrados

para los guardianes de la palabra

esa que se fastidia simplemente

al saberse dirigida a ninguna parte

como una mueca que se pierde en el tumulto

una que otra figura apegada los rincones

para no morir pronto de hastío.

Es así que proyecto mis perversiones

pequeños demonios que me ayudan a despertar

entre sueños e imágenes demasiado puras

carentes de su fuego originario.

Inconcluso, mal formado, cimentado en pétreas falacias

Asfixiado tras el polvo nocturno

No doy motivo a la pasión ni a la retórica

escondido al interior de lo hermético de uno mismo

rasgo su piel inocente para no darme a conocer

detengo su corazón hasta la médula

para impedir el diluvio del mundo

Bajo el vientre que lo pare

Ya nada detiene su avance

Pienso en su imagen funeraria

Y deliro sobre el infierno interno.
Un colega de lenguaje tenía el cuaderno de un alumno, un cuaderno con poemas escritos a mano. Se permitió hacer correcciones sobre los textos. Aclaró que contaba con la venia del propio cabro, para hacer las veces de editor. Por supuesto que no cualquiera podía darse ese lujo, sobre todo cuando se trata de textos tan precoces, envueltos todavía de esa cosa íntima, celosamente oculta al resto. "Aún hay patria", repitió el colega, y sabemos que la legendaria frase repetida por Manuel Rodríguez "aleonó" a sus soldados para no claudicar y defender la libertad de la naciente República. En cierto modo, la arenga trascendió su contexto y adquirió una connotación metafórica, más allá del horizonte político. "Aún hay patria", es decir, aún hay cabros que se salvan, que leen, que rumian, que tantean un lenguaje poético. Hay entonces, en la alusión a la patria, un atisbo de poesía, o en la alusión a la poesía, un sentido "patrio", una pertenencia que se reclama, que se proclama y que se constata, al momento de anunciarla, al momento de decirla.
Día del hombre. Me imagino que habrá alguna actividad cultural para conmemorarlo o alguna lectura poética organizada por distinguidos caballeros en honor de nuestro género.

domingo, 17 de noviembre de 2024

El misterio detrás de King Crimson

En homenaje a Peter Sinfield 
(1943-2024)

Siempre supe que había algo de ocultismo detrás del nombre de King Crimson. Luego de la partida de Peter Sinfield, quien le sugirió el nombre a Robert Fripp por intermedio de Ian McDonald, investigué sobre el real significado del Rey Carmesí, su misterio oscuro. Hay un documental japonés del 2011 llamado “Song to Soul: Interview on Early King Crimson with Peter Sinfield and Ian McDonald” en donde el propio Sinfield explicó cómo fue que se le ocurrió el nombre de la banda:

“Necesitábamos un nombre. Nadie se inventaba uno, y necesitábamos uno muy rápido, porque teníamos un concierto, nuestro primer concierto, y queríamos que nos llamaran como quisiéramos. Y yo, pensando que se suponía que era bueno en esto, pensando en nombres e ideas con palabras, estaba mirando cosas como 'Led Zeppelin', 'The Who'. Tenía que ser algo poderoso. Y pensé: 'De hecho, si tomamos eso de la canción ['In the Court of the Crimson King'] y simplemente lo llamamos 'King Crimson', eso suena bastante poderoso'.

Sinfield fue el creador del concepto de King Crimson, digamos, su concepto original. Tenía que haber una idea más potente que “Giles, Giles and Fripp” y eligió el ya legendario nombre. Algo que aún no está del todo definido es si King Crimson, Rey Carmesí, alude o no a Belcebú, el príncipe de los demonios. Señalaba Sinfield en la propia entrevista del 2011 que el nombre no alude ni al diablo ni a Belcebú, como algunos sugerían, pero suena a algo “arrogante” y da esa “sensación de algo oscuro y gótico".

Esos fueron los dichos de Sinfield. Sin embargo, por sí solo, el Rey Carmesí evoca algo portentoso a la vez que siniestro. Belcebú, según Robert Fripp, viene de la fórmula árabe B'il Sabab, que significaría "hombre que ambiciona” u “hombre con una causa”. Por supuesto que esa interpretación no es fidedigna y dice mucho sobre la manera de pensar del viejo Robert y su idea sobre King Crimson: un universo musical en sí mismo, una representación de su manera de entender la música.

Si somos más rigurosos en la etimología, podríamos remitirnos al término Baal-Zebub, pronunciado en hebreo como Baal Zevuv, que significaría literalmente “Señor de las Moscas”. En efecto, Belcebú fue un dios oscuro, adorado primero por los filisteos y luego por los cananeos, asociándolo al dios Baal. Mucho tiempo después, para la tradición judeocristiana, Belcebú era equivalente a Satanás, “el adversario”, y era considerado, según algunos textos de demonología, como uno de los siete príncipes del infierno.

Se dice también que Belcebú era considerado el “consorte político de Satán” en el poema Paraíso Perdido del poeta inglés John Milton. Sus apariciones en el Nuevo Testamento son además recurrentes, pasando a formar parte del reino del Inframundo.

Cualquiera que no conozca a la banda podría pensar que todas estas evocaciones satánicas y demoniacas nos remiten a una agrupación tipo death metal o black metal. Pero no. El imaginario de los pioneros del rock progresivo va por otro lado. Su oscuridad es de otro orden, si se quiere, más sutil, aunque no por ello menos potente.

De partida, el término “carmesí” es el rojo, y el rojo representa la sangre, la violencia y la pasión; y el término “rey” implica, por supuesto, poder y dominio. Ambos conceptos unidos implican una sinergia, si se quiere, una alquimia entre las fuerzas más oscuras de la naturaleza y los aspectos más caóticos de la existencia. King Crimson, de esa manera, podría significar “el que reina sobre el caos o sobre las sombras”.

Y dije “el que reina” porque para el mismísimo Fripp, amo y señor de la banda, esta tiene vida propia, y actúa, en su conjunto, tanto como un agente que acciona, que toca música, como una sublimación, un personaje, una representación. "King Crimson es, como siempre ha sido, una forma de hacer las cosas. Cuando no hay nada que hacer, nada se hace: Crimson desaparece. Cuando hay música para ser ejecutada, Crimson reaparece". 

La voluntad de la música es como la voluntad de la magia: hace falta un método y un propósito. Si la magia, si la música se hace, King Crimson es invocado. Una perfecta analogía de la creación: hacer aparecer algo a partir de la nada. La gran obra. La gran arquitectura, la arquitectura del silencio. Como dijo el propio Fripp, alguna vez: “La música es el vino que llena la copa del silencio”.


Ha partido Peter Sinfield

Ha partido Peter Sinfield, mente creativa detrás del arte de la primera etapa de King Crimson. Todos hablan de Robert Fripp, el líder indiscutido de la banda, pero pocos atienden la importancia que tuvo Sinfield en su concepto primario y en la estética de su época más clásica. De hecho, fue Sinfield quien, luego de ser presentado a Fripp por Ian McDonald, sugirió el nombre de "King Crimson", el Rey Carmesí, otro nombre para Belcebú.

Por otro lado, la icónica portada del primer disco, In the court of the Crimson King, fue obra de un amigo de Sinfield, Barry Godber, así que podría decirse que le debemos al fallecido Peter la creación del concepto general de la banda en sus inicios, el cual, por supuesto, fue evolucionando con el tiempo a través de diferentes encarnaciones.

Peter Sinfield fue, tal vez, uno de los mejores letristas de la agrupación, aportando la lírica para dos temazos: 21st Century Schizoid Man y para Epitaph. Ambas canciones hacían referencia metafórica a la Guerra de Vietnam que se desataba por esos años. Sinfield logró, sin duda, canalizar esos aires bélicos para sublimarlos a través de la sinfónica atmósfera del primer King Crimson, y una poética acorde a la turbulencia y a la exploración psicodélica de ese periodo, tan convulsa como destellante de imaginación.

Dejo la letra de aquel clásico melódico: Epitafio, canción que, con suma melancolía, representa el espíritu de aquella década y guarda, por cierto, una profunda resonancia con la actualidad:

El muro en el que escribieron los profetas

Se está resquebrajando

Sobre los instrumentos de la muerte

La luz del sol brilla intensamente

Cuando cada hombre esté atormentado

Por pesadillas y por visiones

¿Nadie pondrá la corona de laurel

Cuando el silencio ahogue los gritos?


"Confusión" será mi epitafio

Mientras me arrastro por un camino rasgado y roto

Si lo logramos, todos podemos mirar atrás y reír

Pero me temo que mañana lloraré

Sí, me temo que mañana lloraré


Entre las puertas de hierro del destino

Las semillas del tiempo fueron sembradas

Y regadas por los actos de aquellos

Que saben y son conocidos;

El conocimiento es un amigo mortal

Si nadie pone las reglas

Veo que el destino de toda la humanidad

Está en manos de los necios.


sábado, 16 de noviembre de 2024

Un argentino intentó cruzar a Chile con un revólver oculto dentro de un ejemplar de la novela "Crimen y castigo". El personal de Aduanas lo descubrió en el paso fronterizo Los Libertadores. Incluso se le requisaron las municiones que traía junto al arma. Los móviles del incriminado y las circunstancias del caso son aún materia de investigación.

La noticia no sería tan relevante si no fuera por la obra de Dostoievski usada para encubrir la ilegalidad del transandino. El intertexto es intrigante. ¿Será el incriminado un asiduo lector de la literatura del ruso? ¿Habrá querido emular a Raskolnikov, resolviendo, al límite de la violencia, una disyuntiva moral?

De todas maneras, aun sin conocer los detalles del hecho ni mucho menos la psicología del incriminado, se puede especular en su acción un contexto idéntico al de la culpa del protagonista en el relato, una culpa filosófica. Decía Raskolnikov: "El mentir es el único privilegio humano frente al resto de organismos vivos. La mentira conduce a la verdad. Soy hombre, porque miento (...) Mentir de una forma propia es casi mejor que proclamar la verdad ajena". ¿Habrá simbolizado ese revólver dentro del libro, la verdad oculta de su crimen en potencia?

Para lograr su propósito, el incriminado tuvo que mentir y transgredir la ley, sobre todo mentir, en pos de su propia verdad, por maquiavélico que sea el método: "Todo está en las manos del hombre, y todo lo deja escapar, por cobardía… Es un axioma… Me agradaría saber qué es lo que más temen los hombres… Dar un paso hacia adelante, pronunciar una palabra de su propia cosecha: he aquí lo que temen más que nada".

viernes, 15 de noviembre de 2024

El "Viejo Pancho" sobre el trole del Almendral

Cuando iba en el trole de vuelta de la pega, se subió un caballero cuentacuentos. Era Don Eduardo Serey, conocido como “Viejo Pancho”. Pasó ofreciendo su pequeño libro llamado “Valparaíso: una historia sin olvido”, no sin antes contar uno de sus relatos. Se trataba sobre el famoso Almendral, el sector del “plan” que abarca desde Aníbal Pinto hasta la Avenida Argentina.

Decía que Don Pedro de Valdivia regalaba tierras a sus soldados más fieles y honrados. Uno de ellos era don Martín de García, quien recibió de parte del conquistador el terreno que contempla, hoy por hoy, el sector llamado Yolanda. El soldado García plantó allí un huerto de almendros que luego fueron vendidos a una acaudalada familia criolla. Fue así que gran parte del plan fue reconocido con aquel nombre para la posteridad.

El “Viejo Pancho” contó luego un segundo y último relato. Se trataba sobre el origen del término Valparaíso. Es algo que se discute hasta el día de hoy, pues no hay un origen definitivo. Don Serey aludió, primero, a la contracción de las palabras “valle” y “paraíso” usada por los navegantes del soldado Juan Bautista Pastene. También se refirió a la versión sobre Juan de Saavedra, quien habría llamado a la rada de Quintil con ese nombre, en recuerdo de su pueblo en España, llamado Valparaíso de Arriba, ayuntamiento de Carrascosa del Campo.

Para rematar la historia, Don Serey se refirió al nombre autóctono de Valparaíso: Alimapu o Aliamapa que, en mapudungun significa “Tierra quemada”, y así era llamado por los picunches que habitaban la zona. Con un estilo muy refinado al hablar, el “Viejo Pancho” aprovechó de pasar por los puestos de los pasajeros para vender su libro. Sin duda, capturó la atención de los allí presentes, caballeros y señoras mayores, en particular, una señora que no paraba de observarlo, sonriente por el despliegue de carisma y estilo, y una joven que grabó atenta la intervención, seguramente para ser compartida o sencillamente para registro personal, como si se tratara de una reliquia en bruto.

Le compré a Don Serey su libro, de nuevo. Tenía un ejemplar suyo que extravíe producto de las constantes mudanzas. Era una edición distinta, aunque con un formato idéntico. En aquella aparecía un ascensor difuminado. En este nuevo ejemplar, figura un retrato dibujado del “Viejo Pancho” sosteniendo una brújula y un dibujo sencillo de la Iglesia de San Francisco, sobre una embarcación en el mar.

Antes de comprarle el libro, recuerdo que tuve que transferirle, porque no tenía efectivo. Luego de realizada la transferencia, le mostré en pantalla el comprobante. No alcanzó a verlo. Sin embargo, no se preocupó. “Confío en usted”, dijo Don Serey, sonriente, mientras le entregaba el ejemplar de su “Historia sin olvido” a la señora que lo observaba con ímpetu y a la joven que lo grabó. Al bajarse, no paró de despedirse, entusiasta, de todo el mundo, con su brazo bien alzado, mirando hacia el conductor.

Pude advertir en la persona detrás del “Viejo Pancho” una serenidad inaudita, en circunstancias de que la ciudad sobre la cual se inspira está gozando de mala fama, y ya no despunta, precisamente, por sus viejas glorias. Acaso la tarea de Don Serey sea la de un caballero de otra época, que viene, como se dice “de vuelta” y que ha logrado ese estado zen de los últimos días, ese algo quijotesco, propiamente porteño. Lo mejor es que nuestro Quijote porteño se mueve solo y, aparentemente, no forma parte de ningún círculo local de escritores. Es solo él y su humilde librito anecdótico, lejos del mundanal ruido literario. Dejemos entonces que el trole -amigable y familiar- sea la ocasión para su lectura.
La escritura es el único credo que profeso con fervor y la única militancia en la que participo activamente.

miércoles, 13 de noviembre de 2024

Las dos propuestas editoriales de Onirómano

Me llegó un correo de parte de Editorial Mítico, en el que aceptaban mi manuscrito "Onirómano", libro sobre cuentos y pesadillas que ya tengo listo y armado. Me enviaron una propuesta editorial que consistía básicamente en el pago de 640 dólares, con facilidad de pago hasta en tres cuotas, a cambio de la publicación del libro en formato físico y en digital.

Con el pago de ese monto, según dicen ellos, se encargarían del diseño de la portada (dando voz al autor en el proceso), su distribución internacional, la corrección ortotipográfica, la maquetación, los derechos legales de publicación, el depósito legal, ISBN, marketing en redes sociales, y todas las demás tareas relacionadas con la publicación del libro.

Los ejemplares que yo necesite, según lo que cuentan, los podría pedir a precio de autor (con un descuento del 35% a partir de 10 unidades) y serían enviados directamente a mi domicilio. Por supuesto que las regalías por las ventas serían del 10% por el libro físico y del 40% para el e-book.

Para conocer los detalles de la propuesta, descargué el adjunto del contrato de publicación. Tenía más de veinticuatro puntos que, francamente, me dio una tremenda pereza leer, dada la burocracia y la lectura en frío del asunto. Solo me fijé en los detalles ya escritos más arriba y en el número de ejemplares que el editor podría llegar a efectuar: ¡cerca de 1000! con todas las reimpresiones que el propio editor decida libremente, léase bien, "buscando asegurar a la obra una explotación continua".

Comparé esta misma propuesta editorial con otra que me hizo Áurea Ediciones, sobre el mismo manuscrito. En aquella, el monto ascendía a los dos palos por mínimo 300 ejemplares, propuesta que, de plano, rechacé, por motivos netamente económicos, además de estratégicos, básicamente porque consideré mucho más razonable invertir ese mismo monto en una impresión artesanal, con los ejemplares a mano, y a un precio módico, de acuerdo al tiraje que uno mismo disponga.

Ahora bien, la propuesta de Editorial Mítico cuesta mucho menos que la de Áurea, sin embargo, seguimos topando en el mismo problema: la falta de control sobre el proceso mismo de edición, de publicación y de distribución del libro, sin una real garantía de retorno, considerando el tiempo, la energía y el dinero invertidos.

No sé por qué siempre que me hacen estas propuestas me huele a trampa, (¿será porque ya tuve una mala racha que sentó un mal precedente en mi consciencia?) y me invade, de un inmediato, un profundo sentimiento de desconfianza, celoso de mi propia obra, reticente a exponerla y comprometerla con una editorial desconocida que apenas sabe de mi nombre y de mi escritura, solo por interés mediante.

Lo que sí puedo destacar de todo este embrollo, más allá de estas consideraciones personales, que para algunos, más avezados en el tema, podrán parecer discutibles, es la evaluación del comité editorial. Mientras que en la de Áurea se la jugaron más y fueron mucho más analíticos e incisivos con el manuscrito, reseñando una evaluación favorable de más de tres páginas, en la de Mítico fueron mucho más breves, hasta lacónicos, con un comentario que parece hasta hecho por Chat GPT.

Así fue, por ejemplo, una parte de la lectura hecha por los de Áurea, a modo de conclusión: "Cada tramo y cápsula de relatos tiene una cita que nos ayuda a descifrar lo que vendrá. Parece un trabajo de relojería que, curiosamente, se aleja del tiempo. Que incluso nos amenaza con el plano espacial como plataforma para despertar nuestros peores miedos". Así, fue, en cambio, la evaluación del comité editorial de Mítico: "El manuscrito Onirómano tiene una propuesta literaria interesante, con un enfoque onírico que explora los sueños y sus múltiples capas de significado, reminiscente de autores como Borges o Cortázar. La estructura narrativa, aunque un tanto difusa, refleja bien la fragmentación típica del mundo onírico". Es cosa de juzgar el estilo y la profundidad de ambas evaluaciones para sopesar en cuál de ellas se advierte, al menos, una lectura atenta.

En fin, carísimos lectores(as), raya para la suma, descarto de plano cualquier otra propuesta editorial con las mismas características que las ya descritas aquí. Soy consciente de que estoy rechazando propuestas que eventualmente me podrían dar mayor llegada, pero francamente prefiero el camino pedregoso, el camino lento, estoico y atropellado, en el cual me conduciré solo, con una que otra red de contacto confiable. Sé que será muchísimo más difícil visibilizar mis libros de esa manera, aunque eso me dará mayor control sobre mi propio oficio y, por ende, mayor libertad, libertad que equivale al propio proceso creativo, vitalísimo.

martes, 12 de noviembre de 2024

Nunca antes había terminado tan en buena con una polola, al punto que, después de pasado un tiempo prudente, seguimos hablando con mucha normalidad, sin ninguna clase de rencores. Eso que podrá parecer anodino para algunos, para mí resulta todo un hito, una hazaña personal, un precedente positivo, que nunca antes había experimentado, muy acostumbrado a los términos abruptos, caóticos o al adiós definitivo (solo recuerden, los que saben, mis últimas andanzas). Hay todo un arte en el término armonioso, hay toda una parsimonia y una virtud. ¿Será, sencillamente, porque ya tuve suficiente amor y no quiero más guerra?

lunes, 11 de noviembre de 2024

Es tal mi obsesión en la palabra 

Es tal mi obstinación, mi necedad

Que prefiero tu calumniosa poética

A tu silencio culposo.

domingo, 10 de noviembre de 2024

Comala (mini ficción)

Hay en nosotros una pequeña Comala que escondemos celosamente, poblada de rostros sin mirada, desapariciones y abandonos, viejos rencores, rencillas no resueltas, sollozos, sueños necios, figuras de barro. Si viajamos a su centro es para perdernos. Puede que nunca hayamos salido de ahí y creamos, ahora mismo, estar en otra parte.
Vi la nueva película de Pedro Páramo en familia. El ritmo lento, pedregoso, sumado a la atmósfera lúgubre, los planos solitarios y una precisa alternancia entre recuerdos, hicieron de la experiencia una lectura muy fiel del libro. Al bajar al plan, de pronto apareció un fuerte viento que chocaba contra los muros. Las calles vacías de día domingo, y la aparición repentina de ciertas personas, sin dirección aparente, retrataban un cuadro similar a Comala en pleno puerto. Recordé a mi padre, a quien no veo hace mucho y de quien tengo, al menos, la certeza de que está vivo. Recordé también a mi ex. Su voz, su rostro, su andar. Caminé la misma calle que caminamos cuando volvíamos a la casa. El mismo recorrido, ahora en solitario, con su voz y su rostro, volviendo en calidad de imagen sin forma. Sé que ya no estamos juntos, sé que todavía anda por ahí, pululando en sus propios lares. Sin embargo, algo pena. Pena, todavía, algo que no pudo ser y que busca realizarse a través de la ausencia. Una extinta posibilidad, un secreto en forma de rumor, unas palabras íntimas convertidas en un lenguaje fantasmático. Todo aquel que escribe, tarde o temprano, busca su propia Comala, su propio destino insalvable, su propio relato descarnado, su propio retorno a un origen sin nombre. En nuestra obstinación por la verdad, nuestra verdad, matamos la historia, la retorcemos a nuestra manera, elegimos una narrativa conveniente y, en cambio, sacrificamos otra. Volvemos el mundo un desierto y, en su lugar, lo poblamos de apariciones espectrales, de realidades sin sustancia que buscan acabar con su tormento.

Umbral en la Cueva del Chivato: el Hombre del Ala Rota

Fragmento del relato "Umbral en la Cueva del Chivato", parte de la novela "Penumbra de provincia", proyecto en proceso de escritura. 

(Imagen realizada con Inteligencia Artificial)

Una tenebrosa música de fondo lo inundó todo, de repente. Era una música que recordaba mucho a Penderecki con sus atmósferas atonales. Ángel y Miranda se dieron la vuelta, asustados, antes de conducirse de regreso al exterior.

-¡¿Adónde van tan deprisa?!-, exclamó una voz lúgubre desde dentro de la cueva.

-¿Quién es? ¡Responda!-, preguntó Ángel, desesperado. Miranda se agarró a su brazo.

La música dejó de sonar de manera progresiva y se sintieron unos pasos chapoteando en el agua de la caverna. Ángel y Miranda se quedaron viendo, a la defensiva, esperando al sujeto que venía hacia ellos. Era un hombre enmascarado, vestido con un traje de gala. Caminaba muy sereno.

-¿Quién es usted? ¿Y qué hace aquí?-, exclamó Ángel, una vez más.

-¿No creen que es demasiado pronto para irse?-, dijo el sujeto-. Permítanme presentarme. Yo soy el Hombre del Ala Rota. Seguramente ya habrán investigado algunas cosas sobre mí y sobre los sucesos que, como ustedes saben, están ocurriendo ahí afuera, pero déjenme explicarles tranquilamente lo que está pasando-.

Ángel miró a Miranda, asombrado. Luego volteó a enfrentar al hombre.

-Así que usted es el cómplice de Mendoza, el “caballero incógnito” al que tanto se referían en las tertulias. Usted es el anfitrión de la logia, y estuvo detrás de todo-.

-No sé qué habrá leído en esos viejos documentos, joven. Le sugiero que se calme. Estoy seguro que podremos resolver todo este embrollo de manera civilizada. Ahora, por favor, señor, señorita, acompáñenme hacia la sala de estar-.

-No creo que eso sea posible-, dijo Ángel, agitado. -No puede estar tan tranquilo en una situación como esta. Afuera, la ciudad se volvió una zona de lucha, y muchos de los implicados en la insurrección formaron parte de las tertulias que usted organizaba junto a su cofradía. Tiene que dar la cara. ¡Ahora!

El hombre se quedó estático, amenazante, frente a ellos.

Miranda, asustada, trató de calmar a Ángel.

-Es mejor que vayamos donde él nos dice. Tú mismo dijiste. Si queremos saber la verdad, tenemos que ir hasta el fondo, hasta las últimas consecuencias-, dijo Miranda, esta vez, decidida.

Ángel miró de nuevo hacia el hombre, que permanecía firme, y asintió. Entonces lo siguieron lentamente hasta llegar a una morada amplia, iluminada con una luz tenue, adornada con un estilo barroco. El piso tenía baldosas blancas y negras.

El hombre invitó a Ángel y a Miranda a sentarse.

-Disculpen mi falta de cortesía, no haberlos invitado antes, pero ya que ustedes llegaron hasta aquí, puede decirse que son los elegidos. Tomen asiento-.

Los escritores se sentaron lentamente, mirando todo a su alrededor.

-Ahora podremos hablar tranquilamente-, mencionó el hombre.

Su sola presencia y el ingreso a esta morada dentro de la cueva le hicieron creer a Ángel que estaba soñando. 

-Dígame algo, ¿es esta la logia no reconocida? ¿es usted acaso el maestro?-, preguntó Ángel.

El hombre suelta una risa muy breve, detrás de la máscara.

-No coma ansias, invitado. Hay muchas cosas de las cuales todavía desconoce o solo cuenta con una visión sesgada o influida por sus propios prejuicios personales. Solicito de usted, si vino hasta con una inquietud, sea capaz de escuchar y de abrirse a todo lo que suceda, de ahora en adelante-.

-No pasará nada, tranquilo-, dijo Miranda.

-Espero que tengas razón-, le murmuró Ángel.

El Hombre del Ala Rota se incorporó y colocó su mano derecha extendida, debajo del mentón, cerca de su cuello. Se mantuvo así durante unos segundos.

-Por favor, invitados. Les voy a pedir que hagan lo mismo. Coloquen su mano derecha extendida, debajo del mentón-, señaló el hombre.

-Es mejor que hagamos lo que nos pide, Ángel-, señaló Miranda.

Así, ambos le copiaron el gesto al extraño hombre, luego de levantarse.

-¿Prometen decir la verdad en todo lo que se les pregunte?, dijo el Hombre del Ala Rota.

Miranda volvió a mirar a Ángel, para que respondiera afirmativamente. De este modo, ambos respondieron que sí, que dirían toda la verdad.

-¿Es esto un jurado?-, preguntó Ángel, escéptico. Miranda le movió el brazo, para que guardara el respeto.

-Le pido por favor que se limite a responder. Así como yo he sido muy cortés con ustedes, lo único que se les exige también es que lo sean acá, en esta morada-, respondió el hombre, muy en serio.

Ángel trataba de mantenerse impasible, por consejo de Miranda, aunque, por dentro, no podía evitar sentirse impactado. Muchas dudas asaltaban su ya perturbada cabeza. Por otro lado, permanecía, a su lado, demasiado tranquila. ¿Sabrá algo que él no? ¿O simplemente le sigue el juego, para ir hasta el fondo del asunto?

-Muy bien-, dijo el hombre. -Escuchen atentamente. Ustedes han venido aquí en calidad de invitados, cosa que no siempre se estila en el templo. Seguramente ustedes ya habían oído hablar de la Cueva del Chivato. ¿es cierto?-.

Miranda y Ángel respondieron que sí. Continuó el hombre.

-Y si han venido hasta acá, eso quiere decir que tuvieron alguna intuición sobre su vigencia, pese a su leyenda mal contada en el mundo profano. El mismo hecho de que hayan podido acceder a la cueva significa que pudieron sortear el primer obstáculo: la incredulidad en el misterio.

Pues bien, buscadores del misterio, regocíjense ustedes mismos por estar acá y ser testigos de lo que vendrá, pronto-....



sábado, 9 de noviembre de 2024

"Bajo el signo de Marte" Guillermo Mas Arellano (fragmento)

"La noción teórica de «palimpsesto» acuñada en los años 80 por el padre de la narratología, el francés Gérard Genette, pone de manifiesto la esencia misma de toda escritura: en realidad no es otra cosa que una reescritura del pasado. Y nada más. Así, el «grado cero» de toda aventura textual no es, en el fondo, otra cosa que un «segundo grado de escritura». Se escribe sobre lo que previamente se ha borrado. Siempre.

El origen del término «palimpsesto» proviene de la cópula entre dos conceptos de origen griego: palin y psaein, que unidos harían referencia a la necesidad de grabar de nuevo lo ya escrito, a causa de la fragilidad de los materiales sobre los que se esculpían los textos antiguos. Todo texto nace, pues, con fecha de caducidad; tal y como ocurre con el conjunto de lo vivo. Los textos, como antes sus autores, nacen ya enfermos de muerte. Porque la enfermedad, cualquier forma de enfermedad, es aquello que nos regala a Dios para que bendigamos su nombre con la piadosa humedad de nuestras lágrimas."

Comparto una interesante "declaración de principios" literarios del escritor y periodista Francisco Núñez, "Ajenjo", cronista porteño. Cito algo con lo que concuerdo plenamente:

"Le explicaba, inútilmente, que la crónica literaria era una mezcla de mentira y verdad, que era un ensamblaje de historias llevadas al extremo por la imaginación. Que era un embutido de fantasía y realidad."

Y había quienes también veían en mis crónicas algún retazo biográfico, como si se tratara de un testimonio fidedigno. Ilusos.

viernes, 8 de noviembre de 2024

Debo decir que solo he recibido dos cartas escritas a mano de parte de ex parejas. La primera carta fue por motivo de ruptura. La recibí hace ocho años. Una carta, en sumo, desagradable, seca, cortante. Venía dentro de un ejemplar de Pedro Páramo que le presté a esa ex y que ni siquiera se molestó en leer.

La segunda fue hace ya un año, escrita por mi última polola. Su motivo era la reconciliación. En esa carta, ella dejaba en claro que estaba segura de lo nuestro, y que quería que "remáramos para el mismo lado".

A casi dos meses de terminar, puede que esa no haya sido la metáfora apropiada para nosotros. Tal vez remábamos en un océano demasiado vasto, sin avizorar luz ni tierra firme. O tal vez lo hacíamos en un río contracorriente, caudaloso, sin poder evitar las piedras ni las redes de pesca.

La cosa es que se intentó, pero lo mejor era evitar un camino incierto. De todas formas, conservo aún la carta. Ella me la devolvió, luego de habérsela llevado. Decidió dejármela, ya que, después de todo, iba dedicada a mí, y le pertenecía a su destinatario, no a su autora. "Tú verás lo que haces con ella", me dijo.

Hay algo en su carta que permanece, un recuerdo sarcástico, una distancia insalvable que, sin embargo, se diluye al momento de leerla, un compromiso sentimental cristalizado en la escritura, únicamente posible tras el velo de sus líneas. Así es como, de un tiempo a esta parte, se han acabado mis amores: con un nombre doloroso y un punto final.

Interpretaciones profanas sobre lo esotérico

Escrito hace diez años


En una lectura del Bhagavad Gita percibo el verdadero sentido perdido, originario de "religión": "re-ligar" con el todo, lo que implica el control y eliminación del yo material, para sumirlo en la nada que sería la totalidad del universo, aquello innombrable que lo abarca todo. El relato cristiano de las almas que necesitan ser redimidas o castigadas no menciona esa nada.

En el texto védico, la nada es la develación del velo de Maya, una suerte de iluminación mediante la acción del deber. Busca una solución al yo, ese animal indomable capaz de condenarnos a la hoguera o de elevarnos al estrellato (y eso es lo que repite la parafernalia social).

En palabras profanas, el Bhagavad Gita dice: "Si haces lo debido te espera la "re-ligión". En la medida que se obra, se pierde el yo, domina la nada, se consagra al todo. Para nosotros, los modernos, el cielo y el infierno serían solo dimensiones del deseo.

El yo continúa presente en esa apuesta milenaria. Algo elemental, pero, a la vez, inabarcable: "Tuyo y mío, grande y pequeño/borra esas ideas de tu mente./Entonces todo te pertenecerá y/serás dueño de todo./Este cuerpo no te pertenece,/tampoco eres de ese cuerpo./El cuerpo está hecho de fuego, agua, aire, tierra y/éter, y retornará en estos elementos./Pero el alma es permanente – así que/¿Quien eres tú?"

jueves, 7 de noviembre de 2024

Catástrofe de la ilusión (poema)

Nuestras palabras dichas en el vacío

ese montón de energía funeraria

¿Tuvo, alguna vez, un sentido para nosotros?



Lo aún no escrito es herida e incendio

Se cava en la palabra como se excava en la sombra

arqueología esotérica, pervertido deseo milenario



Porque escribir ya no me vale

para escapar de la lápida del olvido

para escarbar un lapidario testimonio.



A la sombra de esta jornada, la muerte será

lo único que no podremos escribir

Aunque la palabra futuro suene a mitología,

y las palabras nunca dichas

vengan a reclamar su imperio más íntimo.



Al filo de la pluma y la navaja

la tinta seguirá doliendo

tanto como la vena

y ya no habrá significancia

tras la catástrofe de la ilusión.

lunes, 4 de noviembre de 2024

Y yo me pregunto: ¿Qué gracia tiene ser seleccionado para una antología de cuento o de poesía en la que tengas que pagar igual por publicar, a pesar de haber ganado? Lo digo con respecto a algunas editoriales que hacen convocatorias en línea y luego te cobran un dineral y ni siquiera ese monto te garantiza un ejemplar del libro en cuestión. En uno de los tantos correos que me mandaron, incluso decían: "no tenemos ejemplares hasta la campaña de preventa". O sea, te instan a concursar, te eligen, tienes que pagar para estar dentro y luego no hay retorno ni de la inversión ni de las regalías por libro vendido. Un mal chiste. Insisto: mejor autoeditarse y luego vender de mano en mano, físico o digital. ¿Para qué seguir costeando negociados ajenos a tu proyecto vital de escritura?

domingo, 3 de noviembre de 2024

Cautiverio (poema)

Cierto en su ambigüedad

La llave de lo que está caído

Llora con el rocío atomizado

Fluye en la banca, entre techos

Ahíto de insolencia e intemperie.



La bóveda se doblega sobre sí misma

La voz del sótano asciende

Un secreto enclaustrado

Mira por la entrepuerta, sin pasar

No encontrarás nada que abra

Lo que permanece en ti hermético

Carente de sustancia

Carente de sangre.



No habrá salida para el que añore

la verdad, sin haber franqueado el ocaso

de todas las cosas perecederas

de todos los seres y sus barrotes

animales retóricos, sedientos de signo.

Comentario a “Faith No More y Chile. Una historia oral de sus treinta años de amistad” (2024) de Jocelyn Jara.

Muy entretenido el libro de Jocelyn Jara, "Faith No More y Chile: una historia oral de sus treinta años de amistad”. Hay pasajes reveladores sobre la relación de la banda con el contexto sociopolítico y cultural del Chile de principios de los noventa. Para algunos, era algo que no tenía nada que ver, una salida de madre. Para otros, en cambio, se trataba de una cuestión orgánica, inscrita en el ethos cultural y musical "taquillero" de la época. Lo bueno es que, como dijo el propio Fuguet, no establece ninguna verdad oficial. Antes bien, despliega relatos de boca en boca que funcionan más como un concierto coral y que ayudan a reforzar ese efecto de "mito" sobre la historia de los californianos en nuestro territorio. Comparto fragmentos sobre las entrevistas hechas a Fuguet y Rolando Ramos, alusivos al período del debut de Faith No More en el Festival de Viña de 1991:

“Alberto Fuguet: Creo que justo para el primer Festival de Viña de la democracia, lo que Mike Patton hizo y dijo, provocó, rompió esquemas y dividió a la gente, y la polarizó a nivel cultural. Y ahí se demostró que Chile también es un país que polariza y que, por lo menos durante muchos años -quizá ahora la cosa está cambiando-, era como blanco y negro; derecha-izquierda; moral-no moral, o algo por el estilo.
Y a nivel cultural eso no ocurría tanto y Mike Patton, viniendo del rock, produjo un grave rechazo como nunca un rockero había producido en Chile, porque claramente la música de los Quilapayún y de la Nueva Ola, o de Los Huasos Quincheros incluso, quizá no les gusta tanto a todos los chilenos, pero nunca fueron figuras tan divisorias. En cambio, Mike Patton esa misma noche dividió las aguas, y alguna gente, incluso, periodistas más o menos importantes, dijeron cosas como: “Please no more, ¡que se vayan! Esto no es música, esto no es arte.
Rolando Ramos: Lo entretenido del retorno de la democracia en Chile para mí es que la gente tenía ganas de ver y escuchar cosas distintas, y tenía la tolerancia suficiente para ser receptiva a todo tipo de cultura o de manifestación artística distinta. Así que, en ese sentido, Faith No More o el rock en general, tenían mucho que ver con ese Chile muy abierto a ser un país disruptivo, positivo, algo así como que la alegría llegó. Con muchas expectativas. Y como posiblemente no había una cultura de ser reaccionario frente al sistema, yo creo que lo que más les importaba era divertirse, y este tipo de manifestaciones era lo más tangible.
Todo lo demás era algo que estaba en desarrollo, y medio lejano de la gallada. Pero yo te diría que más era un tema de una gran explosión que finalmente se tradujo en una aceptación bastante masiva de este tipo de manifestación artística. Así que sí, yo creo que Faith No More y el retorno de la democracia en Chile era algo que ayudó bastante a que luego, proyectos como lo que hicimos en La Red, con Ritmos de la Noche, o después Rock & Pop, se fueran construyendo y siendo lo masivo que fueron en su momento. Lamentablemente no duró más allá de cuatro o cinco años y luego nuestro Chile cambió, y hemos llegado a lo que tenemos ahora”.

sábado, 2 de noviembre de 2024

La otra cara del espejo & el día menos pensado: la "dimensión desconocida" de nuestra televisión criolla

Los comienzos del año 2000 marcaron un hito dramático para la parrilla televisiva, porque fueron transmitidos dos programas que crearon tendencia al enfocarse en el misterio, el terror y lo paranormal. Se trata de La otra cara del espejo y El día menos pensado. El primero no es tan conocido y estuvo a cargo de Herval Abreu, siendo transmitido por Megavisión. El segundo, en cambio, ha sido recordado ampliamente, cortesía de TVN, al estar dirigido por Carlos Pinto, “nuestro Hitchcock criollo”, responsable de la ya mítica “Mea Culpa”, patrimonio nacional del drama delictivo.

“La otra cara del espejo” era, en cierta medida, una especie de “El día menos pensado”, aunque sin rescatar historias reales y solo concentrado en ficcionalizar mitos y leyendas chilenas. El éxito del programa hizo que estuviera vigente durante más de seis años a lo largo de tres temporadas. Su formato consistía en episodios autoconclusivos narrados por sus propios protagonistas.

Pese a lo acotado del presupuesto y a la inexperiencia de ciertos actores al momento de debutar en escena, la serie salió bien librada al aprovechar al máximo sus escasos recursos y sostener su peso en el misterio detrás de cada historia. En resumidas cuentas, el fuerte de la serie no era tanto el apartado técnico ni el virtuosismo de sus interpretaciones como el trasfondo, digamos, su carácter íntimo, su capacidad para envolver al espectador y otorgarle una experiencia subjetiva sobre el mito y leyenda representado.

¿Quién no recuerda, por ejemplo, al hombre Cabeza de Chancho, aunque no tenga la menor idea sobre de qué iba su relato y su origen? Por cierto, su leyenda se repite en Talagante, en Cerro Renca, pero, sobre todo, en Valparaíso. Cada zona tendría su propia versión de la leyenda. Así, en el puerto, se decía que el “Cabeza de Chancho” aparecía en varios rincones de la ciudad, a una hora indeterminada, bajo un aterrador gruñido.

“La otra cara del espejo” buscaba en los miedos locales, explorando los sitios desolados, los relatos del boca a boca, historias de misterios sobre cosas que, alguna vez, pudieron haber ocurrido o alguien dijo que pasaron, pero lo transformaban en una ficción con un sello propio, atrapante y envolvente. Una propia versión sobre esos relatos, que, dada su imprecisión y su carácter neblinoso, tienen un enorme potencial narrativo.


Sin duda, un programón de culto que quedó enterrado para siempre, tras el auge de los reality show y un desfile redundante de irrelevancia. ¿Por qué no apostar por una nueva temporada? Al parecer, no ha corrido con la misma suerte que el otro programa legendario que nos ocupa: “El día menos pensado”. Confieso que, al ver algunos episodios de niño, no fue tanto el terror lo que me atrajo, sino que una temprana fascinación por lo oscuro, lo que no tenía una explicación racional.

Carlos Pinto y TVN buscaron replicar la tónica de Mea Culpa, pero reemplazando los casos criminales por casos paranormales, los cuales, si bien no causaron un revuelo nacional, como sí lo hicieron algunos casos de Mea Culpa, representaban situaciones en las que se podía contar con testigos directos de los fenómenos allí descritos. Al final de cada episodio, de hecho, se les realizaba una breve entrevista para contar los detalles más escabrosos y tratar de armar el puzzle detrás de los sucesos.

Un elemento gravitante era la banda sonora. El tema de la serie resulta inconfundible para quien la haya visto, emulando, de esa manera, el mismo acierto de un clásico del terror como “El exorcista” y un clásico del misterio como los “Expedientes secretos X”. “El día menos pensado” consigue ese mismo efecto en su audiencia más ferviente, al igual que en el caso de “Mea Culpa”. ¿Cómo no sentirse atemorizado con solo escuchar ese “jingle” de noche y a solas, en tu pieza?

Los casos más extraños abarcaban milagrosas salvaciones, brujerías, apariciones fantasmales, posesiones demoniacas y, por supuesto, diversos temas paranormales que rodearon la mágica isla de Chiloé. La serie atrapaba al espectador desde la intro, tal como Mea Culpa.

Quizá la más icónica sea aquella intro en la que se vio a Carlos Pinto caminando dentro de un túnel con una luz al fondo y avistando a diversas personas a su alrededor, clara referencia al umbral entre la vida y la muerte. ¿Eran personas los muertos del más allá, que acompañaban a Carlos Pinto en su viaje paranormal? Le queda al espectador su propia interpretación sobre el misterio subyacente en esa simbólica escena.

La fuerza de la serie, sin duda, radicaba en su poder de evocación. Las personas que acompañaban a Carlos Pinto en el túnel eran personas religiosas, doctores, enfermeras, familias, obreros y profesionales, dando a entender que todos, independiente de nuestro distinto pelaje, podemos vivir algún fenómeno paranormal sin buscarlo, lo que podría ocurrir, precisamente, “el día menos pensado”.

Debido a su tremendo éxito y a la calidad de su visionado, la obra de Carlos Pinto se extendió desde el año 1999 hasta la actualidad, a través de trece temporadas. Incluso, este 2024 sacaron otra que promete ahondar en nuestra propia “dimensión desconocida”, tras años de pandemia y convulsión país. Dicho escenario, en efecto, disparó los niveles de audiencia de la serie.

El encierro, la incertidumbre y el temor a lo desconocido fueron el clima psicológico propicio para la invasión de lo paranormal a través de la pantalla. El poder y la amenaza patológica se encargaban de mantenernos a todos sugestionados, mientras la realidad, con todos sus espíritus y fantasmas, hacía lo suyo.

Al día de hoy, “El día menos pensado”, baluarte de nuestro imaginario paranormal, sigue al aire, conservando su aura misteriosa y terrorífica, alejándose del efectismo barato y dotando a cada episodio de una trama intrigante y de una atmósfera acorde, muy pulcra en su desarrollo y sus actuaciones.

Todo indica que la tendremos para rato. Sin embargo, ¿para cuándo “La otra cara del espejo”? La antigua serie podría resurgir en un contexto de mediocridad televisiva y de proliferación de leyendas, impulsadas, sobre todo, con el mecanismo viral de la red. Pero, lamentablemente, no hay ninguna iniciativa para sacarla del sótano. Por lo pronto, solo nos queda recorrer el mismo túnel oscuro que recorrió alguna vez Carlos Pinto, aunque nos lleve de regreso a un Chile habitado, en su totalidad, por fuerzas enigmáticas.

viernes, 1 de noviembre de 2024

El Trauco (versión 2024)


La luna llena vino a posarse lubricante,
en los andares del polizón, con aliento y estaño.
Las cortesanas del burdel lo han contemplado,
y su psiquis las conmueve en rígidos vellos.
Reciban al distinguido anfibio, galán nocturno.
A través de la alfombra rojo sangre,
ceremonioso y ermitaño.

Entre bosques repletos de maleza,
se auxilia de las zorras y se esconde
de las linternas de los suegros.

Acecha como rapiña entre pinos verdes,
hasta que encuentra su lugar,
rasga la malva y savia del amor,
y como limonada de pólvora, se la sirve.

Las dotes de la coronada para recreo de sus multiojos,
tima incluso a la dama de hierro,
con su sonsonete seductor.

Se hizo la noche.

Cuando llegan los suegros, hacia el llano profundo,
la disfuncional criatura ya roba
el azahar de sus princesas como fetiche.

Con increíble mística, virtuoso de las aguas negras,
con la exorbitante fuerza hercúlea, las hace suyas,
y ellas donan la nuez de Adán, a cambio de su cuerpo.

Su aliento, lo dice todo, y no restan despojos,
entre la yugular, y el fruto final de los gritos.

Y la petulancia de los vientos, peina
la exhibición de los que osan montarse agrios
por encima y masoquistas
¿Pero hacia donde buscará llevar a esas ninfas?
Atormentado, tejido a tejido, sus escasas prendas enaguas,
sobre el rostro con su frío de plata.

La mujer especial, con lujuria planea,
la vendeta del lago de los secretos,
y esta vez no será un talón, el que será marginado,
del prostíbulo del Creador.

Solo roba la bitácora elfa y entra
a su aposento romántico, más que nada,
emporio de deidades, miles de deidades,
laberinto y museo en uno.
Deidades, disecadas del júbilo, por recibirte con vientre llano,
cosido y dispuesto, con alfiler a mano.
Espectáculo de herencias,
ya pasado el toque de queda nocturno.

El ogro virgen te invita a concurrir al altar de mármol.
Prestigioso aquel que ve con sus ojos,
una infante de carbón, en lugar de una res dorada.
Imágenes que si se aprecian en un cuadro
apaciblemente grotesco,
no lucen tal como obras de la Tríada.

Mientras, en época de haciendas, era común
el tributo de las divas a los ricos cerdos,
esta criatura viajaba hasta la capital,
cerca de la hora de las velas,
aguardando el último viento.

En mansión del comendador,
como fino caballero, experto en clases,
pide la mano de las señoras y señores.

Con la última espina de la rosa arrebata,
lo escarlata de los labios de la doncella.

Multiorgásmico festival han de apreciar
dentro del organismo de dicha joven.
Y con el canto de los gallos, el comendador
ha de ser el receptor de la obra maestra
en lo más hondo de los bosques:
¡Su hija abrupta y abierta de carnes
dibujando poéticamente, el símbolo de Venus!

Depositando la especie final,
dentro de la sartén de conquistas del macabro yerno,
el motín de la gran isla ha revivido la leyenda,
a través del círculo de fuego que él originó,
se hizo la noche nuevamente.

Los burgueses suegros acuden temprano,
hacia la húmeda morada del Trauco.
Con luces y cámaras, acuden con la prensa rosa,
extrayendo las irreconocibles deidades
que bosquejan todas las piezas
de aquella galería estéticamente exótica.

Los cuerpos sin vida de las cortesanas,
como en una luna de miel maldita desechas,
como en un festival de locura poseídas,
como en una siniestra fábula ultrajadas,
bajo la influencia del serafín resentido de los Sures,
imbatible es su semblante,
inmortal del embrujado Chiloé.

Un mito que progresa, desde la mirada viril,
alumbrada durante los años de conquista,
y muchos siglos y feudos hacia el futuro.
Mientras la criatura permanezca errante,
ni las coplas venusianas, saciarán su despecho.

El protector del concúbito imperfecto, con poder de Hércules,
el oasis de las castas,
a imagen y semejanza del Trauco han de salir los primogénitos.




2007

El Trauco, imagen de Feig, 2017