Análisis contundente sobre el polémico caso del libro "El odio" de Luisgé Martín, escritor español cuyo libro fue retirado de circulación y recientemente cancelado por tratar la visión del crimen de José Bretón, condenado por haber matado a sus hijos. Se abre una herida sobre la cual ya hay unos hechos consumados y probados. Sobre esa herida, sobre esos hechos, el autor literario entierra su palabra descarnada. Se confrontan, de forma implacable, el derecho a la honra y el derecho a la libertad de expresión, manifiesta en forma de literatura. ¿Cuál es el límite de la honra y la dignidad humana? ¿Cual es el límite de la literatura? Abro debate:
"Cualquier juicio que pretendiésemos sobre El odio exigía que la obra fuese antes publicada y distribuida. El jurídico quedaba a expensas de quien tenga capacidad de accionar judicialmente; los otros, a merced de los lectores. Como en el gran circo de Oklahoma de Kafka, todos podemos estar llamados al juicio, pero no obligados a él. Que El odio exista aumenta el dolor inefable de una madre, pero que no exista el libro no lo elimina, y si genera una lesión antijurídica, sería tras la publicación cuando ello podría ser enjuiciado. Pero padecemos como sociedad si los límites y maneras de lo que puede ser objeto de la literatura los fija un legislador, un juez, o peor, las manifestaciones populares de las cambiantes morales públicas. No comparto el modo en que Luisgé Martín ha afrontado su escritura, pero me resulta intolerable moral y jurídicamente imponerle cómo debió hacerlo. El derecho no puede ni debe impedir, aun cuando pueda analizar concretos efectos lesivos, que la literatura desarrolle su función de cuestionamiento y comprensión del mundo mediante la construcción de sus relatos; para ello, como afirma, Markus Gabriel, el poder de la creación literaria, del arte, debe seguir siendo absoluto".
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