lunes, 7 de agosto de 2023

Cioran, la atmósfera de un destino sin mayúsculas

"La obra de Emil Cioran (1911-1995) es buena muestra de este método, cuyo alcance ha sufrido una mutación engañosa en los tiempos (todavía vigentes) de la posmodernidad. Si el relativismo –en apariencia– dejó sin soporte a las grandes narraciones culturales, su hueco no ha quedado vacío. Ha sido ocupado por el culto al narcisismo, que sustituye al Dios ancestral por la adolescente y obsesiva identidad personal. Difícilmente podrá ser nihilista una civilización –la nuestra– que ha hecho del selfie el único argumento de toda su metafísica.

Cioran es pues un final de raza. Un Sócrates que camina de noche –padecía insomnio crónico– por la rue del Odeón de París en vez de por el Ágora de Atenas. Y que, en lugar de ser un tipo social que conversa con sus semejantes, ha optado por reducir su campo de acción: no habla con nadie, salvo consigo mismo. Es el único Ulises de su tormenta interior."

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