miércoles, 5 de enero de 2022

Al spam me llegó un misterioso mensaje. Tenía por título “¿Preparados para páginas deliciosamente amargas?”. Leí y se trataba de un archivo pdf de Editorial Librilunio. El archivo contenía la novela “El primer amor y otros dramas veraniegos” de Iván Turguéniev. Intrigado por la procedencia y sobre todo por la seguridad del mensaje, leí una reseña de la novela que ahí había. Señalaba que algunos temas básicos turguenievianos eran los amoríos tormentosos, imposibles; la libertad; la soledad; el amor pasional, irremediablemente frustrado una y otra vez; las oportunidades perdidas; el sacrificio, entre otros. Además, indicaba que uno de los motivos básicos en sus intenciones literarias era dar forma a “las pulsiones, secretas y mudas, que se agitaban también en mí”. De pronto, me vi en la disyuntiva. La mente dijo, por un instante: “No lo abras. Puede ser un virus”. El corazón, en cambio, dijo: “Ábrelo y devórate ese libro”. Abrir el archivo con la novela El primer amor podía ser peligroso, pero, al mismo tiempo, algo me llamaba a hacerlo, precisamente, una pulsión secreta y muda agitándose en mi persona. Una estrecha identificación con las temáticas esbozadas hacía eco en mi voluntad. ¿Qué podía salir peor, luego de haber vivido en carne propia un tormentoso amorío, la realización de un amor pasional que siempre se vio frustrado, la implicancia para la libertad devenida soledad, y el sacrificio íntimo que derivó de todo ello? ¿Era el peligro de un posible virus que saliera de ese libro digital, comparable con el peso en mi consciencia sobre aquellas temáticas? Ninguna amenaza iba a impedir que cayera en la trampa del spam, porque este ya me había interpelado literariamente, llevando su poder de sugestión a un nuevo nivel. Bajaré ese archivo sin ningún miedo; luego, El primer amor tiene el potencial de un virus, invadiendo tu corazón. Que se infecte o se rompa, es el costo por apostar a la incertidumbre del deseo.

No hay comentarios.: