miércoles, 22 de diciembre de 2021

Ganaste, querida. Lo asumo. Tu victoria fue contundente, y se escuchó en todo el orbe. Los bríos de cambio resonaron de forma estridente. Los versos al uso enarbolaron el poder y consolidaron una nueva hegemonía. Tu golpe de gracia fue tan brutal como poético. Heme aquí, entonces, derrotado, pero nunca destruido. No hay forma de retroceder, solo queda aguardar, con hidalguía, la sombra de la infamia, bajo la cual se tenderá el espectáculo que ambos protagonizamos, el espectáculo que otros montaron por nosotros, testigos y cómplices de la más artera de las mentiras. Sin embargo, aún nos queda la más amarga de las causas: la verdad, escondida, secuestrada, tras este amasijo de desilusiones y rencores.

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