miércoles, 17 de octubre de 2018

Youtube anduvo fallando durante algunos minutos. Primero era el ítem de suscriptores, seguido del historial y el inicio, hasta llegar al error de reproducción de video. En un principio pensé que se trataba de la conexión, luego de la IP, pero, ya sobrepasado el pánico individual, la única explicación era que la página se hubiese caído a nivel mundial. Bastaron unos minutos para que algunos medios mexicanos informaran oportunamente sobre el reporte de la caída. La desazón se mantuvo pero invadió de pronto algo tranquilizador. El corroborar que otros también sufrieron esa caída volvía el hecho un poco menos incómodo. La red entrena el placebo de la miseria propia sublimada luego en la ilusión de comunidad. De ese modo, ya al dar con esa verdad implacable que escapa de las manos, se rasga por un rato el velo de la matrix virtual, se constata su frágil capitalización, y se cierra la página para encender la radio tranquilamente y sintonizar la ritoque, emisora local. Nada que un poco de música aleatoria no pueda remediar. Al menos, si lo digital llegase a caer definitivamente, siempre se contará con aquella antigua grabación pirata, con esa programación analógica, con esos resabios nostálgicos de una era pre internet, esperando por nosotros, a modo de tregua, hasta que la red vuelva a tomar el control con su espejo negro y con su implacable ansia de conectividad.

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