martes, 29 de abril de 2025

No hay caso. Nunca me ha enganchado el punk rock, salvo algunas bandas y ciertos temas. Misfits, por ejemplo. The Ramones, Sex Pistols, The Clash, The Damned, The adicts, Dead Kennedys con Jello Biafra, Black Flag en la onda hardcore, una que otra de Machuca, los Miserables y los propios The Exploited. Me di el tiempo de escuchar punk en su momento, durante la adolescencia, y vacilé algo de los grupos citados, pero nunca me convenció la filosofía, la onda. Eso de andar de pogo en pogo, de ir a las casas okupa y tomar Baltica para luego andar macheteando y dando jugo, nunca fue lo mío. Encontré mucha pobreza musical (bueno, de eso se trata, en el fondo, de ser minimalista, visceral y ruidoso) y una alienación moral y vital travestida de proclama antisistema. Sin embargo, luego de leer la reseña de esta cabra sobre el show de The Exploited ayer en el Caupolicán, logré contagiarme de esa energía disruptiva, de esa propuesta transgresora. Méritos a la reseñista, a su escritura bien pulida, mas no al desenfreno gratuito de los punkis frente al escenario del caos. La escritura puede que sea el verdadero punk si se lo propone, a riesgo de volverse nihilista. Se trata, en cambio, de darle orden al caos, de resistir la debacle del espíritu.


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