domingo, 13 de abril de 2025

“Adolescencia" en Chile: la cruda realidad escolar

(comentario sobre la serie y sobre la violencia en los colegios de nuestro país)

Hace poco hubo una riña con armas blancas entre estudiantes del Colegio Nacional de Villa Alemana. También, en Parral, unas alumnas del Colegio Providencia se atacaron a plena luz del día. Habrían usado tijeras. A estos hechos, se suman algunos ataques a profesores por parte de ciertos jóvenes desregulados, más la cobarde agresión a una profesora por parte de dos apoderadas de una escuela de Temuco. Es esta una parte del escenario psicosocial que permea los colegios de Chile. En ese contexto, la serie “Adolescencia” se vuelve una de las más vistas, sobre todo y considerando la realidad en Reino Unido, la cual, a juzgar por los hechos y por la representación cinematográfica, no se queda atrás en términos de violencia e indisciplina.

En el episodio 2 de la serie, se muestra de manera muy realista el mundo educativo por dentro, filmado por un plano secuencia predominante. Los detectives, para investigar la muerte de la joven Katie Leonard, a manos del chico Jamie Miller, ingresan a la escuela y pareciera que en la entrada estuviera inscrita la frase de la Divina Comedia que aparece en la puerta del infierno al inicio del viaje de Dante: “Quienes entran aquí, abandonad toda esperanza”.

La escuela donde estudiaron los implicados en el crimen -la víctima y el victimario- deja entrever la más absoluta indiferencia ante la sensible muerte de la estudiante. Los compañeros siguen su vida como si nada: cuentan chistes, se burlan de medio mundo frente a los profesores y los propios detectives; el respeto brilla por su ausencia, no hay jerarquía ni orden; su atención se dispersa y está cooptada por las pantallas de sus celulares; proliferan los chismes de pasillo, las humillaciones cibernéticas, el lenguaje en clave como código de guerra, un mundo hermético para los adultos, quienes pecan de ser demasiado condescendientes o sin posibilidad de conectar realmente con los intereses y las necesidades de los alumnos.

Punto aparte el tratamiento –a mi juicio, sesgado- sobre la manósfera como posible influencia en la conducta de Jamie, la olla a presión de la violencia se manifiesta de forma análoga, pero sobre todo, de manera digital, a tal punto de concebir la idea de una “dark web”, una red tóxica a la que los jóvenes, con banda ancha ilimitada y mucho tiempo libre, estarían expuestos, sin la oportuna y eficiente supervisión de sus padres.

Sale a flote la clásica “banalidad del mal” de Hannah Arendt. Inevitable: los jóvenes no se conmueven ante la violencia. Para muchos, de hecho, es parte de su orgánica. A propósito, me ha tocado ver casos en que los cabros animan y hasta festejan como gracia el agarrarse a combos. “La ley del más choro y del más vío”. La realidad escolar se ha convertido, para ellos, en un juego de GTA. Ante el abandono de un Estado indolente, burocrático hasta la náusea, ante la pérdida sistemática de los referentes de autoridad, muchos cabros replican lo que ven en sus propias casas y en las calles. Se podría decir que se ha vuelto parte de su paisaje habitual y de su psiquismo. Insensibilizados, su percepción moral está embotada.

Hay un parangón inevitable entre la serie y nuestra realidad educativa chilena, una rima que hace ruido. En la serie, profesores y directivos están desbordados. Ninguno toma medidas efectivas. Tanto los padres como sus hijos se lavan las manos, y se genera una cultura de la irresponsabilidad, en la que se permite que reine el desorden y la falta de propósito, sin oposición. Es por eso que muchos de los pasajes más crudos de la vida escolar en Adolescencia resuenan con nuestro contexto, peligrosamente. Es por eso que quizá, de manera irónica, tuvo tanto éxito también por estos lares. Por lo pronto, no ha habido casos de tiroteos ni de masacres al nivel gringo. Sin embargo, otro tanto ocurre en los alrededores y en las inmediaciones de gran parte de la comunidad educativa, asediada esta por la inconsciencia de muchos subnormales involucrados en la delincuencia y el crimen organizado, porque “estudiar no sirve para nada”, “porque trabajar es de perkines”.

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