lunes, 19 de febrero de 2024

La poesía, los poetas y el Minotauro (relectura del mito)

Tarde se sabe que la poesía es un club en el que abundan también las traiciones, los secretos no dichos y las cuentas pendientes. El otro día vi un video de una entrevista a Cortázar. Decía que el Minotauro era el poeta al cual la propia sociedad encerraba en un laberinto, y que Teseo, el pretendido héroe, era el mercenario del orden establecido, encomendado a aniquilar al poeta, al creador. Hay, en cambio, otra lectura posible. Puede ser que incluso, en muchas ocasiones, sean los mismos poetas los lacayos del orden, los creadores de laberintos, al dejarse seducir por las sirenas de la ideología, y que, henchidos de cínico heroísmo, desplacen a aquel camarada de letras que no sucumbió al encanto, volviéndolo un monstruo afásico, sin voz ni presencia en el campo de los discursos. En la medida que se le deshumaniza y adquiere dimensiones grotescas, dichos poetas, los nuevos juglares de la República, se erigen en súbditos del Rey Minos. La poesía, la inefable, sin embargo, permanece, cual Ariadna, abandonada a su suerte, por el Teseo de turno y luego descubierta y entregada a lo dionisiaco, su poder auténtico.

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