martes, 14 de marzo de 2023

"Profe ¿y si hago una investigación de mi vida?", me preguntó un cabro en la mañana, durante el Taller de Literatura diferenciado. Tenía que realizar un análisis del contexto de producción y una evaluación crítica de una obra literaria elegida por él. "Ni que hubieras vivido tanto", le contestó de inmediato una compañera, amiga suya. "Pero si también tengo historias que contar", dijo el cabro, convencido, justificando su inaudita elección. “Te creo. Cuéntalas todas sí po”, le dijo la misma amiga. El cabro estaba dispuesto a analizar su vida en forma de una historia literaria, con ocasión del trabajo. "Interesante. Pero tiene que primero darle un argumento a esa historia, una trama. Hágala suya", le dije al cabro, sintonizado con su idea. En efecto, él podía contar su propia historia y luego analizarla con los mismos elementos teóricos que le expliqué en la pizarra al resto del curso. En ningún momento, había expresado que no se podía. Creí que se trataba de una talla, pero el cabro realmente quería hacer una historia de su vida, para luego hacer el trabajo sobre ella. Recordé de inmediato el alcance que me hizo el profesor Ricardo Martínez, a propósito de un planteamiento sobre la pregunta ¿Qué es literatura? En su texto "Mi idea favorita” se cita a Steven Pinker, una cita muy reveladora: “La gente cuenta historias. En todo el mundo, y probablemente durante todo el tiempo que ha existido, la gente ha inventado personajes y ha contado hazañas ficticias. Esta aparente frivolidad no es poca cosa para los asuntos humanos”. A raíz de la cita, el profesor Martínez concluyó que esa era su idea favorita: “hay literatura también en la historia y la vida, no solo en los artefactos culturales”. Así que cuando el cabro se atrevió a hacer su propia biografía, intuyó la idea que ya había sido esbozada por Pinker y referida por Martínez y se propuso plasmarla, con suma libertad. Para lograr su cometido, el cabro iba a hacer uso de sus recuerdos, y la memoria asociada a los recuerdos también construye un relato. Ese iba a ser el relato de un estudiante que se atrevió a pensar su vida como literatura sin llegar a definirla, ¿Pero a quién carajo le importan las definiciones? porque la literatura, como la vida, es memoria vibrante, sin respuestas.

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