domingo, 13 de noviembre de 2022

Reordené mis estantes de libros de tal forma que miran a la cama. Antes, en mis anteriores piezas, siempre habían permanecido al borde, de modo que cualquier libro se podía agarrar hasta acostado. Me quedé observando fijo el libro de Román Reyes, Sobre el amor y el olvido, e inmediatamente recordé todas aquellas noches tórridas de pasión, aquellas noches al vuelo de las cuales solo quedó la hoja desaliñada, la sábana ilegible. De cuántas de aquellas noches han sido testigos estos libros, muchos de ellos esperando ser leídos, todavía, y, sin embargo, son lo único que permanece en el tiempo, fiel a su condición voyerista. Si tan solo los libros hablaran. Pero no. Solo resta la imaginación, el placer sublimado.

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