martes, 26 de abril de 2022

Unas colegas mandaron a hacer poleras con diseños para el día del libro. Yo elegí una de Albert Camus. La usé casi todo el fin de semana, luciendo al escritor y filósofo absurdista cual cábala. Sin embargo, al llegar el día del libro, olvidé llevar la polera puesta al colegio. "¿Y su polera, profesor?", me preguntaron. "Nada", atiné a decir. ”No la traje". Silencio instantáneo. "Era hoy pues", dijo una colega, decepcionada por el olvido. Esbocé una pequeña sonrisa, pese a todo, sabiendo que el olvido de la polera del argelino supuso un homenaje azaroso a su propia obra. En ausencia de Camus, el absurdo nos sobrevive.

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