jueves, 14 de octubre de 2021

Mosciatti en entrevista con Kast, lo cuestionó por decir que “Piñera es peor que Pinochet” y “si Pinochet viviera, votaría por él”. Esto le valió a Mosciatti el ataque de algunos bots derechistas y del Partido Republicano, cuando estos mismos lo había elogiado por incomodar a Boric con sus preguntas precisas sobre cifras económicas que el candidato desconocía. En términos de proyectos políticos, muchos siguen creyendo que las cuestiones son en blanco y negro. Por eso, recriminan a cualquiera que trate de pensar objetivamente o, al menos, “fuera de la máquina” y que sea capaz de entender los asuntos en perspectiva. Según muchos, si piensas más allá y diverges de los dogmas y máximas, eres nada más que un “amarillo”. Esta es, sin duda, una de las peores pestes de esta sociedad: el maniqueísmo, la polarización, el radicalismo. Tal vez, la política chilena de los últimos años pueda resumirse en esos tres infames términos, a juzgar por el devenir y el acontecer actual. ¿Qué le depara a Chile bajo el mantra de estos términos? Pues, habrá que ver. Por lo pronto, solo se aprecia una escisión mayúscula en el horizonte país, con la forma de un proceso de cambio que redunda en las mismas lógicas separatistas, en la misma concepción binaria heredera del “terror” de la Revolución Francesa, en la misma hemiplejía moral denunciada por Ortega & Gasset en su Rebelión de las masas, una zanja infranqueable al borde del abismo del ethos nacional. “La ética e mobile, qual pluma al vento”.

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