miércoles, 15 de septiembre de 2021

Quiero insistir en un punto, y es que tal vez el Acuerdo por la Paz sí fue, después de todo, una "cocina", pues pasaremos de una Constitución neoliberal de la mano de los Chicago Boys a una Constitución globalista amarrada por los intereses de la ONU y sus corporaciones y conglomerados asociados. En ningún caso, los "cambios estructurales" han venido empujados "desde abajo", y este puede que sea el descubrimiento más duro de todos. La anagnórisis definitiva. Viejas ilusiones se van destiñendo. La crisis se hizo herida en el cuerpo social, solo para levantar otros espejismos, otras luchas perdidas que acabarán formando parte de otra burocracia aún mayor. Kafka se volvió la regla: primero, en forma de estallido; luego, en forma de virus. La fibra emocional que te mantenía atado a tu red se quebró de manera irreversible. Las contradicciones se fueron agudizando. Las diferencias se volvieron irreconciliables. Viejos amores y amistades se perdieron. Nuevas verdades se van revelando. A la vez, otras mentiras vienen conspirando. El cambio se vuelve imperativo, pero, al mismo tiempo, ese cambio acarrea otro movimiento tras las sombras. Chile fue el pionero a nivel mundial de un modelo de capitalismo "crony", y ahora, pasará a ser el pionero de un modelo de capitalismo progresista y globalista, alineado con los objetivos de la agenda 2030 de las Naciones Unidas. Fuimos un experimento y seguiremos siéndolo, sin duda. Este es el hecho irremediable. Todo lo que comienza como tragedia, puede acabar siendo una comedia de muy mal gusto, aunque la cosa se esté recién cocinado, y todavía falte que los comensales reclamen su turno, con tal de no quedar bajo la mesa.

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