jueves, 15 de julio de 2021

Hay que ver cómo afloran las disonancias cognitivas y los conflictos internos en materia de política chilensis, rumbo a las elecciones. Pero, lejos de ser un signo negativo, lo veo como un síntoma de salud de la democracia, de que hay espíritu de crítica, de que hay diversidad de posturas y militancias, de que hay fricción de las ideas, de que no todo es pura doctrina y abanderamiento. Una amiga simpatizante de Artés, por ejemplo, declaró que no está “ni por al lado con el jueguito institucional de las primarias de la autodenominada izquierda”. Para ella, tanto los representantes del Frente Amplio como del PC se han apropiado del estallido y sus demandas, demasiado preocupados de su imagen de cara a las encuestas, cuando ni siquiera han profundizado en el álgido tema de la nacionalización de los recursos naturales. Incluso, señaló la hipocresía de Boric y Jadue al declararse a sí mismo feministas, obviamente como una táctica y no como una convicción real. “Para variar son Onvres que se autodenominan feministas”, agregaba ella. Aunque no esté de acuerdo con la visión estatista de Artés, sí veo en su propuesta una vía de izquierda mucho más acorde a la realidad nacional, y aquellas simpatizantes de Artés, como la amiga, se han dado el tiempo de hacer un cuestionamiento duro a los candidatos de la oposición, sobre todo cuando instrumentalizan una ideología que no tiene nada que ver con ellos y que, si fueran honestos, no suscribirían, ni menos jugarían al “aliado” por conveniencia. ¿Se habrán preguntado, acaso, las feministas pro Jadue respecto a esta grosera manipulación? ¿O dudar de la candidatura del mesías sería una traición a su consciencia?

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