martes, 19 de junio de 2018

Reseña sobre "Romance" (1990) de Dorso

Creo justo hablar de un discazo legendario, de otro planeta, extraña y orgullosamente chileno. Cuando escuché el disco por allá el 2006 me voló la mente. Había escuchado antes el Espanto gracias a Maldita sea, pero esta otra volada que descargué por Ares, obseso con la discografía de Dorso, era demasiado para oídos aún acostumbrados al thrash y al rock de la generación X.

Imagínense estar en 1990 y escuchar la publicación en cassette de una cruza entre Rush y Queensryche y un concepto que recuerda a ratos a los albumes de Genesis con Peter Gabriel. (Y que conste que era casi en la misma época de Dream Theater y del auge del comercialmente renombrado "metal progresivo"). 1990, pleno período de la transición a la democracia. 1990, casi en la misma época en que Patton revolvería el gallinero de la Quinta Vergara, fue casualmente el año cósmico en que todas las criaturas dorsálicas se alinearon, y en el que estos adoradores de Lovecraft, el cine y el prog rock inglés lanzaron su loco y majestuoso "Romance" en Casa Constitución.

De la bizarra imaginación del Pera Cuadra surgía esta especie de tragedia épica en la que se cuenta la historia de un tal Reytec y su pasión enfermiza por una musa que lo lleva a codearse con seres desconocidos y fuerzas incontrolables. Una propuesta totalmente impensada en un Chile todavía tan a la sombra del oscurantismo político, y bajo el dogmatismo de la forma cultural y musical. 

Qué le importaba a la sociedad chilena noventera de esa época, aún embargada de resaca histórica, la fantasía conceptual de un montón de metaleros con referencias literarias y cinéfilas, embriagados de ficción y de ritmos eléctricos. Este disco en realidad no comulgaba con su tiempo, estaba pensado para nosotros, los melómanos del nuevo siglo, reivindicando las postrimerías del metal, de Chile, del propio globo caído el muro, caído el viejo orden, para rearmar nuestro propio moderno prometeo, nuestro propio nicho de viciosa y virtuosa creatividad.


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