jueves, 28 de septiembre de 2017

La caída de Hef

La muerte de Hugh Hefner divide las aguas en el mundo. Unos lo alaban como héroe, ícono de la revolución sexual, precursor del erotismo gráfico, el "hombre con más suerte del mundo", una leyenda, como diría el ex jugador colombiano Faustino Asprilla en un paródico homenaje en el que aparece vestido con una bata y un pucho. Otros, en cambio, lo critican como el machista número uno, especulador económico, cosificador de la mujer, haciendo de todas las chicas sus "conejitas", reduciéndolas a categoría de mascota o adquisición. Tras la caída del fundador de Playboy no hubo medias tintas. O lo amaron o lo odiaron. Miradas de complicidad y envidida solapada, o bien miradas de acusación contra quien se sabía el máximo representante del materialismo sexual. Así como Luis XIV señalaba enfático "El Estado soy yo", Hefner no reconocía otro Estado ni otra autoridad que su propio Imperio. Ahora que el Imperio ha quedado acéfalo, sin su cabeza visible, Playboy le sobrevivirá, subastando las fantasías del planeta entero, bajo la forma del principal afrodisíaco de nuestros días: el dinero.

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