sábado, 16 de julio de 2016

A ratos nuestras motivaciones para hacer lo que hacemos son más elementales de lo que creemos. Las adornamos con teorías rimbombantes, con retórica de segunda, con sueños de cambio, con vagas esperanzas, pero siguen siendo deletreables solo mediante un par de caracteres. Por ejemplo, todos hablan de poéticas, de proyectos de vida, de emprendimientos, pero a lo sumo siempre intuyo un instinto básico rugiendo desde dentro, algo así como un impulso, no sé si primitivo o sencillamente inconciente. En el caso de escribir, hoy por hoy, creo que en prácticamente la mayoría de los casos se trata de un suplemento improductivo a la falta de conformidad.

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