martes, 4 de agosto de 2015

Si solo la pirámide fuese invertida


No falta quien te recalca que arriba tuyo siempre habrá alguien superior. Fue una vez en que nuestro jefe enfatizó que uno no puede mandarse solo ni salirse con la suya sin previo consentimiento. Si solo la pirámide fuese invertida, me dije a solas. Para una clase recuerdo que enseñando respecto a la jerarquía de la información en el texto expositivo pensaba que ésta debiese estar simbolizada por la inversión de la pirámide. Lo que está abajo, lo a simple vista menos revelante, en la punta de esa pirámide invertida, puede eventualmente en otro orden ser lo más importante. La forma del poder como otro texto, al parecer objetivo, pero que puede ser invertido por sus propios lectores. Si uno le planteara a su jefe en cuestión el siguiente dilema: “En un mundo sin Dios, ¿Qué sería lo más superior?”. Este, en el caso que fuese falso, respondería, “solo yo”. Si fuese algo más honesto, diría, “solo el infinito”. Él mismo habría dicho que no es posible determinar el límite. Uno mismo, un simple lector, un simple funcionario, podría de esa forma invertir infinitamente su rol. Reflexiono sobre eso mientras continúo con la clase, entonces los propios alumnos tendrían la palabra. “Si solo la pirámide fuese invertida” me repito. “Si solo las clases no fuesen tan cuadradas”, replica, decidido, uno de ellos.

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