miércoles, 10 de junio de 2015

Tantas palabras, deseos, verdades, mentiras, ficciones circulando por este y otros medios, y solo se pueden explicar mediante una fórmula binaria, la simple ecuación que un genio autista en su soledad inventó para instalarla en el mundo y desenvolver toda esta red y consagrarse. El extraño paraíso de la perfección matemática, esos números aparentemente lógicos, fríos y racionales controlando nuestra vida de culebrón; toda nuestra farsa, vanidad, ansia de cambio, ansia de orden. Las palabras que una vez nos dijimos y las que nos callamos para no enredar al otro: todo era el baile cínico y eterno de los números. Entonces cuando los problemas nos hagan perder la cabeza, piensa solamente en la extensión infinita de esos números que ni con nuestras vidas sumadas y multiplicadas alcanzaríamos a calcular. Pero basta con cerrar sesión y te das cuenta que eres un dígito entre tantos otros, y, sin embargo, tu mundo continúa incalculable, simplemente un número abierto, imposible.

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