sábado, 18 de marzo de 2023

Algo que destaco de la serie The last of us, es que refleja muy bien la dinámica de los grupos humanos enfrentados en contexto de crisis. Todos, sin excepción, tuvieron que luchar por sus vidas, tanto luciérnagas como cazadores. El despliegue de la violencia y el separatismo provocaron, a la larga, un bucle de autodestrucción. No importaron los bandos políticos e ideológicos. No importaron un carajo el orden ni las aspiraciones revolucionarias. Todos podían ser susceptibles de contagio y morir, en la escalada de poder. He aquí una verdad cruda y totalmente vigente: los que se decían resistentes a un modelo opresor pasaron a ser todavía peores que sus propios carceleros, más despiadados en su ciega búsqueda de venganza histórica. En definitiva, aquellos que se autoproclaman puros y virtuosos pueden albergar también, dentro de sí, la marca del “infectado” por el odio, por el parásito arcóntico del espíritu. La auténtica infección interior del hombre tiene un nombre: se llama maximalismo.

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