"En el caso de la novela con ficción nos enfrentamos a una realidad caótica; el mundo no tiene orden. It is a tale/Told by an idiot, full of sound and fury./Signifying nothing. Eso es un caos absoluto. Lo que hace la literatura es dotar a ese caos de un orden. La ficción puede hacerlo. ¿Cómo? Manipulando la realidad.
(...)
La historia es la de un loco que sale a la calle con un farol encendido en pleno día y que va por las plazas, por los mercados, por las calles gritando «Dios ha muerto y nosotros lo hemos matado». La gente, que ha olvidado o no ha leído el fragmento, cree que el loco está feliz y eufórico porque Dios ha muerto —y porque lo hemos matado—. Pues nos hemos librado de Dios.
No es verdad. Nietzsche es muy ambiguo pero a mi modo de ver, es evidente que el loco no está contento: está muy triste, está completamente desolado. Y es lógico, porque si Dios no existe, como dice Iván Karamazov, todo está permitido.
Por eso, a medida que avanza el libro, este loco sin Dios siente una nostalgia de Dios, una nostalgia de un mundo ordenado." Javier Cercas.
De lo que se deduce que tanto la ficción literaria como la creencia religiosa buscan en el caos el orden, a ratos naufragan, a ratos encallan sobre las aguas de la realidad indeterminada.
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