lunes, 10 de febrero de 2025

Consideraciones póstumas sobre el Diablo negro

I

Un pez abisal “Diablo negro” ha sido visto en las costas de Tenerife. Sería la primera vez en la historia que un pez de esta naturaleza asciende cerca de la superficie del mar. Algunos biólogos marinos y expertos en oceanografía han salido a analizar el fenómeno, pero aún no encuentran una respuesta única.

Puede que algo en la presión subacuática lo haya precipitado, o puede que su estado agónico lo haya hecho extraviarse. El “Diablo negro”, depredador de las profundidades, guardián del averno marino, gozó de una fama inusitada, producto de su abrupta aparición. Sus rasgos causaron pavor en los más susceptibles, e intriga en las mentes más osadas.

Gran parte de la comunidad científica se debatía en torno al motivo de su presencia. Sin embargo, el “Monstruo marino negro” (Melanocetus johnsonii) no pudo con el ambiente de ultramar y finalmente murió, por causas que aún se están investigando. Pudieron haber sido los cambios súbitos de corrientes, las condiciones adversas bajo el mar o su propio organismo debilitado, que ya no alumbraba la misma luz que en el fondo de las zonas abisales.

Con la muerte del imponente pez muere también una posibilidad inédita en el ecosistema marino. Por lo pronto, no podemos saber cómo y por qué el Diablo Negro alcanzó nuestros dominios tan altos. Así como tampoco podremos saber cómo fue que murió o qué fue aquello que lo mató. Cual fugitivo de una especie amenazada, nos queda su rostro que expresaba oscuridad, en contraste con su órgano luminiscente, abriéndose paso en la fosa para alumbrar las profundidades.

II

La gente se preguntaba si acaso el Diablo Negro llegó donde llegó -la superficie del mar- impulsado por alguna extraña voluntad proveniente desde los abismos; si acaso el hecho de que haya visto la puesta de Sol antes de morir en la superficie representaba una victoria pírrica, un sublime gesto agónico ante la contemplación del Astro Rey.

Fue tanta la inquietud al respecto que hasta hicieron un meme recreando la escena: el Diablo negro, a punto de morir, tendido en la orilla de mar, viendo cómo se pone el Sol y diciendo “es tan hermoso… quizá nunca lo hubiera sabido”. En respuesta a la recreación, apareció otro meme que contradecía dicho final, señalando que el Diablo Negro subió a la superficie “prácticamente en agonía, pero que los humanos tuvieron que romantizar su muerte”.

¿Será que el Diablo Negro muriendo ante la puesta del Sol es la proyección solemne de su propia caducidad? ¿Que en cada uno hay un Diablo Negro profundo tratando de salir a flote, e imaginando la salida al mar con el Sol, en todas partes? La superficie del mar y la puesta del Sol podría representar la propia muerte o la salida de la ilusión; o, si se quiere, el anhelo por perecer de una manera gloriosa ante lo absoluto, en su ocaso luminoso, en sus aguas calmas.


III

Podría tratarse de un simple arrojo estético. El humano proyectado en el pez abisal. Una alegoría de nuestro propio miserable destino. De todas maneras, al Diablo Negro no le corresponden los dominios del cielo ni de la tierra. No le incumben los avatares humanos. Su origen siempre estuvo abajo, en el fondo. Oculto al ojo arrogante de los seres terrenos. Infinitamente hermético en su descenso. El que haya salido no lo vuelve distinto a su esencia. Murió siendo lo que fue. Un pez abisal, digno del precipicio, digno de luz prometeica en su labor depredadora. Tal vez él murió antes, pero nosotros moriremos, algún día, de mar o de tierra, de luz o de sombra. El Diablo negro es la figura trágica. El Diablo negro es el señor de su propio abismo. El Diablo Negro es el propio mar y el horror del mundo, intuyendo su final, su signo sumergido.

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