"En el centro de esta censura está el autor: silenciado, señalado, bajo sospecha. ¿Cómo lo vive quien escribe un libro así y ve cómo se convierte en un apestado? Tal vez deberíamos preguntárnoslo. La literatura no tiene que ser cómoda. La literatura no es Disneylandia (esto se lo leí al periodista David Jiménez), y jamás debe confundirse con el entretenimiento. Tampoco existen las respuestas absolutas. Pero sí una sospecha: cuando se castiga a un libro por atreverse a mirar el horror, los lobos no desaparecen. Solo se esconden mejor entre nosotros."
Digresiones discordantes
viernes, 28 de marzo de 2025
Juzgar ‘El odio’ de Felipe R. Navarro.
Análisis contundente sobre el polémico caso del libro "El odio" de Luisgé Martín, escritor español cuyo libro fue retirado de circulación y recientemente cancelado por tratar la visión del crimen de José Bretón, condenado por haber matado a sus hijos. Se abre una herida sobre la cual ya hay unos hechos consumados y probados. Sobre esa herida, sobre esos hechos, el autor literario entierra su palabra descarnada. Se confrontan, de forma implacable, el derecho a la honra y el derecho a la libertad de expresión, manifiesta en forma de literatura. ¿Cuál es el límite de la honra y la dignidad humana? ¿Cual es el límite de la literatura? Abro debate:
"Cualquier juicio que pretendiésemos sobre El odio exigía que la obra fuese antes publicada y distribuida. El jurídico quedaba a expensas de quien tenga capacidad de accionar judicialmente; los otros, a merced de los lectores. Como en el gran circo de Oklahoma de Kafka, todos podemos estar llamados al juicio, pero no obligados a él. Que El odio exista aumenta el dolor inefable de una madre, pero que no exista el libro no lo elimina, y si genera una lesión antijurídica, sería tras la publicación cuando ello podría ser enjuiciado. Pero padecemos como sociedad si los límites y maneras de lo que puede ser objeto de la literatura los fija un legislador, un juez, o peor, las manifestaciones populares de las cambiantes morales públicas. No comparto el modo en que Luisgé Martín ha afrontado su escritura, pero me resulta intolerable moral y jurídicamente imponerle cómo debió hacerlo. El derecho no puede ni debe impedir, aun cuando pueda analizar concretos efectos lesivos, que la literatura desarrolle su función de cuestionamiento y comprensión del mundo mediante la construcción de sus relatos; para ello, como afirma, Markus Gabriel, el poder de la creación literaria, del arte, debe seguir siendo absoluto".
¡Al abordaje, pescadores! (breve crónica sobre las protestas en los puertos)
Los pescadores continúan sus protestas en Valpo y San Antonio. También se han tomado Quintero. Buscan presionar al legislativo sobre la Ley de Fraccionamiento, que consiste en el cambio de distribución de las cuotas de captura. El conflicto se sigue dando entre los artesanales y la pesca industrial. Pasó de las barricadas en las calles a las barricadas en el mar para bloquear la descarga de buques. Uno de los voceros relató que prefieren llevar su protesta al mar porque la protesta callejera ya está saturada e infiltrada por ciertos grupos anarcos, que desvirtúan el propósito. Fue en ese contexto que algunos pescadores intentaron abordar por la fuerza una lancha de la policía marítima. Las redes reaccionaron de inmediato y compararon estos hechos con el Combate Naval de Iquique, en específico, con el legendario "salto de Prat", en un abordaje digno de película de acción "a la chilena". Claro está que los "heroicos alzados" fueron detenidos en el acto. Mientras tanto, el conflicto está lejos de zanjarse. No quedarán sus nombres en los libros de historia de Chile, no serán recordados como grandes hombres, pero su salto temerario avivará el relato épico de las protestas, remanente de nuestro inconsciente colectivo, en momentos de crisis social y de división política. Toda lucha necesita de esa épica, así como de mártires y de enemigos visibles, para seguir viva, aun a costa de su sentido último. Decía Ernest Hemingway en El viejo y el mar: "El mar es dulce y es hermoso, pero también puede ser cruel".
miércoles, 26 de marzo de 2025
Hoy los chilenos estamos de luto. Despedimos para siempre el futuro. No habrá año nuevo, sencillamente, porque murió su profeta musical, el "alma de la fiesta" que inauguraba a punta de ritmo y sabor el ciclo de la traslación: Tommy Rey. ¿Quién no lo escuchó y lo vaciló alguna vez, copeteado, carreteado, en el carnaval de un tiempo que pasaba para darle la bienvenida a otro, con energía y desenfreno? Había una profundidad filosófica en esas líneas, cantadas con ánimo desenvuelto: "un año más, que se va/un año más, ¿cuántos se han ido?/un año más/¿qué más da? ¿cuántos se han ido ya?".
Tommy Rey, cual bardo, entonaba, todos los años, su propio himno al Tempus Fugit, como si se estuviera en el eterno retorno de lo mismo nietzscheano. En sus canciones, el tiempo siempre era una constante. "No importan los años que tienes. Es el tiempo el que no se detiene". La fugacidad del tiempo y su condición inexorable, hasta cierto punto, trágica y determinista. Pero, en medio de esas palabras, pronunciadas con el suficiente júbilo, los chilenos rendíamos un tributo a la vida y nos entregábamos al carpe diem, no importando el mañana, porque, de todas formas, sería uno de enero y nos aguardaba un trasnoche de antología o un descanso de campeones, cuando ya arribara el sol de enero y la plenitud del verano.
¿Qué será de nuestro tiempo sin Tommy Rey? ¿Quién será el encargado de cantarle al año nuevo para continuar el ciclo cósmico? Cronos seguirá implacable, y habrá que saciarlo con un rito festivo. Detrás del tiempo cronológico, sin embargo, aguarda Kairós, el dios del tiempo indeterminado, el tiempo mítico, el dios de la oportunidad. A él fue consagrado Tommy. ¿A quién más? al devenir, aquel "goce" del devenir, con su música siempre oportuna y favorable. ¿Qué importaba el peso de la noche, el peso de la conciencia, el peso de la historia, cuando sonaba esa cumbia dionisiaca y tan nuestra, esa idiosincracia bailable, exuberancia del ánimo, chapoteando de alegría y de placer, en esos instantes ebrios que se hacían eternos?
Sin Tommy Rey ¿cuántos años seguirán yéndose? Cantaba el maestro: "El tiempo pasa y se nos va la vida/el tiempo pasa y ya no vuelve más/hay que seguir mirando hacia adelante/no hay que quedarse a mirar atrás". Y luego remataba cantando que "se va la vida, que se va el amor". Nada es eterno. Todo pasa, pero vuelve de otra forma. Tanto para Heráclito como para Aristóteles, el fundamento de todo el tiempo era el cambio incesante, y este cambio, este movimiento, muchas veces, inesperado, brutal, era, a su vez, una condición del propio tiempo. Lo que ya sabían los filósofos clásicos, Tommy Rey lo tradujo en clave chilena, a punta de bailongo. Pero no se nos fue realmente Tommy, no se nos fue, porque siempre vendrá su Galeón español, para conquistar otros mundos y otros tiempos, más allá del nuestro.
Treinta años de "Above" (1995) de Mad Season
Hoy cumple tres décadas un discazo único: "Above" (1995) de Mad Season, el supergrupo compuesto por el guitarrista de Pearl Jam, Mike McCready; el bajista de Walkabouts, John Baker Saunders; el baterista de Screaming Trees, Barrett Martin; y el legendario vocalista y letrista de Alice in Chains, Layne Staley. La clásica portada del album es un dibujo hecho por el propio Staley e inspirado en una foto en la que aparece él con su novia Demri Lara Parrot, fallecida poco después.
La banda tiene la pura onda lisérgica y depresiva de Alice in Chains, aunque se siente más blusera, más pausada incluso. Junto a otro supergrupo, Temple of the Dog, conforman, sin duda, algunas de las creaciones imprescindibles del grunge noventero. El disco no estaba exento de las maldiciones de sus propios integrantes. El demonio de la adicción a las drogas los acechaba, llevándose primero a Baker y luego a Staley, a principios de siglo. De esa forma, el proyecto Mad Season quedó truncado, con solo un album, debut y despedida, suficiente para pasar a la posteridad.
martes, 25 de marzo de 2025
Apuntes sobre “Ciudadanos del mundo. Hacia una teoría de la ciudadanía” de Adela Cortina
En otro libro que está leyendo mi polola, llamado “Ciudadanos del mundo. Hacia una teoría de la ciudadanía” de Adela Cortina, hay una introducción en la que se mencionan los conceptos de lo “grotesco teológico” y lo “grotesco político”. Para desarrollarlos, la autora se refiere a la siguiente cita de La isla del Dr Moreau de H. G. Wells: “No cazarás a otros Hombres, ésa es la Ley. ¿Acaso no somos Hombres?”.
Según su lectura, los monstruos no son las criaturas engendradas en laboratorios clandestinos, sino los científicos capaces de engendrar seres condenados a ser infelices. En definitiva, “los monstruos son los creadores, no las criaturas”. Si el hombre, bajo el paradigma darwiniano y positivo, era capaz de crear, también podía interpelar a su Dios, su Creador. Había en Moreau un método perverso de mentalización aplicado a sus criaturas para que sintieran y pensaran como humanos. Es, de nuevo, el mito prometeico y mefistofélico del hombre positivo que pretende emular a Dios y crear aun a costa de lo creado, en su condición viva, y a costa de su dolor y su incomprensión existencial.
Dentro de la ficción, la ley del hombre se cumplía como ley del hierro, y solo su obediencia hacía posible el paso del animal al hombre. Pero vemos que este proyecto fracasa estrepitosamente, por la sencilla razón de que la esencia de las bestias permanece intacta, que solo es capaz de crear “humanimales” e híbridos insufribles, quimeras ontológicas; que la humanización a mansalva, convertida en ideal absoluto, sin contrapeso, sin contexto, solo deviene en “historia grotesca”; que toda ideación biempensante, impuesta sobre la base de la pura voluntad y la superioridad moral, propicia siempre, en todos los casos, el descontento, el desaraigo, la disolución.
Por eso, la advertencia de Wells entronca directamente con la idea de Kant sobre una moral personal que se pretende universal y válida para el conjunto de la humanidad. Su traducción en los materialismos del siglo XX es un sobrado asunto histórico.
Hoy el discurso de la democracia y de los derechos humanos ha perdido su contorno y su semántica, dada su prostitución ideológica, a tal punto que navega campante en los mares turbulentos de la vida pública y del mundo moderno (sobre todo, en periodo de elecciones presidenciales). Están los que profitan de dicha mitología al uso para hacerse del poder en el Estado y lograr esa representatividad –burguesa- tan ansiada, enteramente virtual, en el mejor de los casos. Pero, ¿son esos principios los mismos que la gente busca aplicar a sus vidas? Cuando falta la acción concreta, la identificación plena, el sentido de pertenencia, la articulación real en la masa crítica, lo grotesco, entonces, deviene lo político. Cuando las leyes y los proyectos totalizadores no sintonizan con la razón ni con el sentir de las masas y los individuos, se desata el pandemonio en el ethos colectivo y la realidad se revela, furiosa, haciendo valer su lado implacable, lo que tiene de verdadera, de inevitable, de cruda.
Las distintas agendas internacionales que amenazan soberanías, los distintos consorcios, organismos, corporaciones sin transparencia, herméticos, ocultos al ciudadano de a pie, kafkianos en su estructuración, incomprensibles en su ambición; los ideales transhumanistas, sueños megalómanos de una elite tecnocrática y financiera; las vanguardias de la ingeniera social contemporánea, acometida durante los últimos años, merced a distintas insurrecciones, pandemias y conflictos en escalada, pueden analogarse perfectamente con los experimentos y procedimientos macabros en la llamada “Casa del dolor” de La isla del Dr Moreau.
No resulta exagerado cuando se dice que, en muchos aspectos, nuestras sociedades en desarrollo se parecen más a un engendro de probeta, sujeto a toda clase de manipulaciones y de tergiversaciones, en nombre de programas y de proyectos elitistas que rebasan su orgánica interna. Moreau se ha sofisticado tanto que ahora, en pleno siglo XXI, su laboratorio cuenta hasta con IA.
Lo grotesco superó su fase beta. Lo grotesco está en la falta de cohesión social generalizada, en la indolencia de una máquina calculadora, en la carencia de razón suficiente, en la repetición mecánica de la cantinela política de siempre, sin un cableado real en el intelecto y en el sano consenso cívico, con miras a un propósito mayor, precisamente, porque se adolece, en grandes proporciones, de aquel intelecto, de aquel consenso y de aquel civismo. Cuando no hay nada de eso, tenemos lo que tenemos: una “aldea global” posmoderna, hiperconectada, hipervigilada, política y cínicamente correcta, tan fascinante como frenética, en la que acaso únicamente cabe un futuro saturado de ilusiones y miradas catastróficas, bajo un fuego cruzado de potencias y de cosmovisiones que podrían provocar un cambio radical en el orden de cosas o empujar, en cambio, un estado de entropía sin precedentes en la historia humana, porque la nueva ley, según la propia autora, podría ser reescrita, una vez más, y diría: “Es preciso potenciar la democracia, ésa es la Ley. ¿Acaso no somos Hombres?”.
Recordé, de inmediato, aquella frase dicha en la película “Johnny Got His Gun” del legendario Dalton Trumbo: “Por la democracia, cualquiera daría hasta a su hijo”.
domingo, 23 de marzo de 2025
"Pound, Evola y Jünger: Introducción al pensamiento disidente del s. XX"
Libro sobre Ezra Pound, Julius Evola y Ernst Junger, cortesía de Editorial Hipérbola Janus. Edición en Español de Alessandra Colla, Giacinto Auriti, Maurizio Murelli, Giano Accame, Alain de Benoist, Antonio Landolfi, Adriano Scianca, Gianfranco de Turris.
Sinopsis
Tres de los nombres más representativos del pensamiento inconformista y disidente del pasado siglo protagonizan el presente volumen: Ezra Pound, Julius Evola y Erst Jünger. Son tres figuras marcadas por la polémica, denostadas y condenadas al ostracismo en algunos momentos de sus vidas o en todos ellos, conforman la weltanschauung de un proyecto alternativo frente a los grandes problemas planteados por la Modernidad, frente a las injusticias del capitalismo, frente a la caída de la Tradición o contra el gran Leviatán en que se ha convertido el Estado moderno.
Durante doce años Ezra Pound fue internado en un manicomio, e incluso llegó a ser encerrado en una jaula para chimpancés, tras una condena a muerte por «traición» que fue finalmente conmutada. Julius Evola se convirtió en un autor maldito, proscrito hasta la actualidad, un «referente peligroso» para la juventud inconformista de los años 1960, que en la década precedente, a comienzos de los años 50 también fue sometido a juicio bajo la falsa acusación de intentar reconstituir el partido fascista italiano, al que jamás había estado afiliado. Ernst Jünger siempre fue objeto de sospecha por la intelectualidad oficial del sistema por su participación en la Revolución Conservadora alemana y sus posturas antiliberales.
Todos ellos, autores del siglo XX, rebeldes y contestatarios, adheridos a una cosmovisión que representa la antítesis del mundo moderno y sus creaciones.
viernes, 21 de marzo de 2025
Apuntes sobre "Estética del cambio" de Bradford Keeney
En un libro de psicología que está leyendo mi polola, llamado “Estética del cambio” de Bradford P Keeney, di con una frase de Joyce Carol Oates que dice: “todos escriben ficciones en alguna medida, pero la mayoría las escriben, sin tener la menor idea de que lo hacen”. El autor sostiene la tesis de que todos participamos en la construcción de nuestro propio mundo de experiencia. Citó el caso de Carlos Castaneda, quien habría admitido que sus vivencias psicodélicas con un brujo indígena fueron un invento y, que de hecho, había tomado en préstamo las visiones psilocibínicas del botánico Robert Gordon Wasson.
De aquel primer capítulo y ese cuestionamiento sobre la naturaleza del conocer, surgen algunas preguntas estimulantes. ¿Qué criterios se presentan en cada contexto, para distinguir hechos reales de la ficción? ¿Hasta qué punto es real lo real? Keeney sugiere que, en este sentido, tanto el solipsismo como el realismo pecan de ingenuos. En tal caso, ambas visiones son atisbos parciales de un cuadro total. Lo real es que la verdad puede hacernos caer en el lazo, pero jamás podemos hacer caer en el lazo a la verdad en sí misma. Por lo tanto, no creo que nadie conozca totalmente o pueda jamás conocer totalmente los procesos del cambio personal y social, mucho menos de la realidad en su conjunto.
En el apartado de epistemologías alternativas, Keeney cita “Estrofas de la Gran Cartuja” de Mattew Arnold: “Deambulando entre dos mundos/uno de muerto, el otro impotente para nacer”. Si bien el autor explica que somos nosotros los que establecemos los límites de nuestro marco de entendimiento, jamás podremos escapar del todo a lo que él llama las “paradojas de la existencia” derivadas de la autorreferencia inherente a nuestro sistema de observación. Siempre, al momento de decidir, reforzamos el paradigma establecido y dejamos en el camino otra posibilidad latente, una apuesta estadística, una variable entre tantas. Tras cada decisión, metafóricamente, “damos vida y matamos en el acto”.
¿Cómo es que después de tantas decisiones tomadas, aún contemplemos un universo de posibilidades, sin sabernos rebasados, superados por nuestras limitaciones, congénitas o autoimpuestas? La consciencia sería la clave, la consciencia cuyo origen y cuya dimensión aún sería un enigma para la ciencia y para el propio saber esotérico. Por eso mismo, Keeney se propuso un cambio epistemológico que transformara la propia forma de vivenciar el mundo, porque es precisa una “comprensión estética” del cambio, y lo imperioso, según el autor, es comprender nuestra propia naturaleza. Rezaba el poeta T.S.Eliot, citado por el propio Keeney, al final: “Una condición de simplicidad completa/(Costando no menos que todo lo otro)/Y todo estará bien y/Toda clase de asunto estará bien”.
jueves, 20 de marzo de 2025
Treinta años de "King for a day... fool for a lifetime" (1995) de Faith No More
Cumple treinta años una joyita de los noventa: "King for a day... fool for a lifetime" (1995) de Faith No More. Recuerdo que el primero que escuché fue el Angel Dust, conseguido pirata con un amigo que, en esa época (hace más de veinte años) vendía cds. El King for a day lo escuché un poquito después, gracias a la Rock and Pop que transmitía, de tanto en tanto, temazos como Evidence o Digging the Grave. Si bien Patton ya tenía preponderancia en su anterior disco, en este se marcó un punto de inflexión. Fue despedido el histórico guitarrista Jim Martin, por diferencias irreconciliables. En su reemplazo, se sumó Trey Spruance, de Mr Bungle, lo que cambió totalmente el sonido de la banda. Incluso, el propio Roddy Bottum, tecladista, se ausentó durante las sesiones, debido a la muerte de su padre y a la de Kurt Cobain, quien era pareja de Courtney Love, íntima amiga de Bottum. La ausencia se notó, e hizo que el disco sonara, en su mayoría, sin teclados, dándole un sonido más crudo y directo.
El temazo que da nombre al disco es una muestra de la maestría compositiva e interpretativa de los "No más fe", y a su capacidad de innovación, su versatilidad. Siempre traducía el tema al español como: "rey por un día... hueón de por vida".
Suscribirse a:
Entradas (Atom)