lunes, 5 de julio de 2021

Para que vean que no soy un aguafiestas, que no lo veo todo tinieblas y también soy justo cuando corresponde, me di el tiempo de leer las propuestas de Elisa Loncón y dejo algunas cosas (a mi juicio) rescatables de sus definiciones constitucionales:

1.- Ella quiere pasar a un sistema semipresidencialista, que en la práctica implicaría tener un presidente y un primer ministro, y que el Congreso tenga un rol más importante pero no al nivel de un parlamentario. Lo considero un avance positivo, porque, en lo personal, el sistema presidencialista sigue concentrando demasiado poder, aunque el punto medio semipresidencialista tampoco sería la maravilla, ejemplos de esto sería España y Francia ¿funciona eso muy bien? Se podría discutir, pero, de todas formas, apunta a restarle centralidad al poder.

2.- Quiere un Congreso unicameral. Soy de la idea de que no haya Congreso y de que haya una democracia participativa con la ciudadanía votando directamente las leyes, eso sería lo ideal, pero, en todo caso, si se reducen las cámaras del Congreso, eso se traduce en menos plata y recursos botados a la basura.

3.- Quiere mantener el Banco Central autónomo, con algunas “reformas en su funcionamiento”. Quién sabe cuáles, pero, al menos, desea mantener su autonomía, lo cual me parece positivo, a diferencia de los sectores más radicales que quieren un Banco Central popular, lo cual se traduciría en imprimir e imprimir plata a destajo.

4.- Quiere descentralizar el Estado. Esto me parece genial. Propone un Estado regional o federal que de mucha más autonomía a las zonas locales. De partida, dice que los pueblos (en especial, los indígenas) deberían tener mayor autodeterminación. Muy bien, aunque yo no creo que solo los pueblos indígenas, sino que todo territorio, es más, todo individuo soberano de sí mismo tiene derecho a autodeterminarse y, mientras más descentralización haya y más diversificación del poder, mucho mejor. Mientras menos control estatal central y más autonomía en todos los planos, se apunta, entonces a un horizonte verdadero de libertad.

Loncón propuso muchas cosas que se acercan bastante a las ideas liberales clásicas. Solo espero que, durante el desarrollo de la Convención, los lineamientos aquí propuestos se hagan efectivos y no se queden solo en el papel, miren que la hoja en blanco aguanta mucho. Y mucho más importante, que la Convención no pretenda darse –el día de mañana- las atribuciones de un Legislativo, de un Judicial o incluso de un Ejecutivo. Ojalá Loncón ponga especial énfasis en ese punto.

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