domingo, 7 de enero de 2024

Algo que me ocurrió con Napoleón de Ridley Scott es que, en todo momento, el rol protagónico de Joaquin Phoenix me recordó más a una cruza entre el emperador Cómodo del Gladiador y el Joker de Todd Philips que a una representación fidedigna del emperador francés. Sé que se trataba más bien de reflejar su historia amorosa con Josefina, pero nunca logré conectar del todo con el personaje histórico. Había visos del genio estratega que me retrotraían al emperador. En los pasajes más despiadados aparecía cual Cómodo. Sin embargo, los momentos erráticos, sus instantes más locos, precisamente sus arranques sentimentales, se me hacían muy "guasonescos". ¿Será inevitable que ciertos papeles memorables acaban "comiéndose" al actor y lo acaban persiguiendo en otros universos ficcionales, a pesar suyo, como una maldición? Pues eso me ocurrió con el Napoléon actuado por Phoenix. Nunca vi en él solo al emperador francés.

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