jueves, 19 de junio de 2025

Adaptación a formato diario del relato “El viaje sentimental” de Edgardo Cozarinsky

La noche anterior traté de buscar una radiografía que perdí entre tantos papeles desordenados. Después de media hora, no pude encontrarla, pero descubrí un pasaje de avión demasiado antiguo. Me costó reconocerlo. Era el pasaje con el que había viajado hasta acá. La última página aún marcaba el recorrido de regreso, desde París hasta Buenos Aires.

Ha pasado más de un año desde que compré ese pasaje. Me negué a la idea de volver. Pensé en que quizá podía sacarle algo de guita, por lo que fui a la oficina de la compañía aérea a ver si podía recuperar mi dinero o canjear la última página por el equivalente a otro destino. Sin embargo, el empleado me explicó que no se podía, por la devaluación de la moneda argentina que obligaba a una política estricta de no conversión.

Pronto, me di cuenta que no iba a poder recuperar lo invertido, y que la suma que me darían sería irrisoria. Pensé en enmarcar la última página del pasaje, movido por mis reflejos de archivista de museo, pero finalmente, decidí quemarla. Fui al inodoro, le prendí fuego al cuadernillo y observé, con atención, cómo caían las cenizas.

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