Se le achaca a Soublette una reminiscencia constante a su "pasado nazi" (como si el pasado stalinista no fuera reprochable), una predilección por el esoterismo, una vuelta al origen y a la tradición, como respuesta al mundo moderno. Pero yo digo que esas son precisamente las cuestiones que, bajo mi perspectiva, constituyen la auténtica "contracultura", hoy por hoy. Frente al materialismo filosófico, la búsqueda espiritual. Frente a la iconoclasia rampante, la reivindicación de lo sagrado. Frente a las ideologías utópicas, la inclinación por el misterio. Frente a la falsa superioridad moral, el trabajo interior con la sombra y la piedra bruta. Todo se resume en una búsqueda espiritual en integración con la propia tierra, conceptos que podrán sonar arcaicos, retrógrados y hasta "reaccionarios" para el progre y el moderno promedio. A Soublette le hubiera venido muy bien la siguiente frase, atribuida a Gustav Mahler: "La tradición no es la adoración de las cenizas, sino la preservación del fuego"
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