Pese a que escribo de manera recurrente por pasión y por amor al arte, me metí al Magister para forzarme a escribir de manera más sistemática y más rigurosa, sin dejar de lado lo auténtico, lo que me llevó a debutar con un libro. Se trata de llevar el propio oficio más allá de sus propios márgenes y circunstancias, manejar otras herramientas, explorar otras vetas, perfeccionar el estilo, llevar la prosa y el pulso a límites insospechados.
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